Deuteronomio
Lección 11, Capítulos 8 y 9
En la Sociedad de Publicaciones Judías de Comentarios de la Torá, el eminente erudito bíblico Jeffry Tigay hace esta observación sobresaliente con respecto a las palabras de apertura del capítulo 8 de Deuteronomio. Él dice: “dado que su mensaje es que Israel siempre debe recordar su dependencia de Dios, es digno de mención que Moisés comienza con un llamado para observar los mandamientos. Esto refleja la visión Bíblica de que el conocimiento de Dios y la obediencia no son fenómenos separados…… los mandamientos son la expresión práctica del conocimiento de Dios y sirven para promoverlo… “
En Deuteronomio capítulo 8 y luego el 9, Moisés continúa con su sermón para el pueblo de Israel apelando, exhortando, suplicándoles fervientemente que recuerden quiénes son, quién es Dios, y que la observancia de Sus mandamientos ES la expresión apropiada de lealtad y amor a Jehová.
Hoy, además de mostrarles algunos de los principios teológicos trascendentales contenidos en estos capítulos, quiero exhortarles de una manera similar a amar a Dios por medio de la obediencia a Sus mandamientos. Aun cuando la iglesia cristiana ha hecho un trabajo sobresaliente a lo largo de los siglos en la difusión de las Buenas Nuevas de Jesús en todos los rincones del mundo, este principio fundamental de Dios de la obediencia a los mandamientos del Señor como la expresión esperada de amor hacia Él (la expresión que Él busca de nosotros) curiosamente ha sido puesta a un lado y se ha hecho menos importante de lo que debería ser; a menudo la misma se ha etiquetado como que la obediencia a Sus mandamientos escritos es legalismo, y por lo tanto es una “obra”, y el legalismo y las obras deben evitarse. Me doy cuenta de que muchos de los que escuchan esta enseñanza todavía tienen cierta renuencia en aceptar este principio fundamental de Dios de obediencia activa a las leyes y mandatos del Señor, como la expresión práctica esperada y demandada de nuestro amor por Dios. Muchos creyentes todavía se aferran (consciente o inconscientemente) a la noción de que aceptar a Yeshua como Señor y Salvador es la última obra o acto de obediencia que se espera de nosotros. Si bien eso es cierto para el logro de nuestra salvación, esto no es cierto cuando se trata de cómo vamos a vivir nuestras vidas como personas salvadas. Quizás Deuteronomio 8 y 9 nos dará algo en lo que debemos meditar; Yo oro que lo haga porque la gente está observando cómo representamos nuestra fe como nunca antes. Y debido a la época en la que hemos llegado, los judíos en particular nos están observando (generalmente a distancia); viendo cómo los gentiles y los creyentes judíos en Yeshua realmente operan.
Mi esposa y yo en años recientes tuvimos como invitado para la cena de Acción de Gracias un judío observador de la Torá, y debido a que habíamos desarrollado una relación de amistad él se sintió lo suficientemente libre para hablar un poco sobre el cristianismo y hacernos un par de preguntas sobre el Nuevo Testamento. Al final, afirmó que su principal problema con el Nuevo Testamento y la iglesia es que todo se trata de emociones; que no hay sustancia.
Le dije que aun cuando de hecho lo que ha observado sobre algunos cristianos puede ser preciso pero el NT de ningún modo alguno contempla o define una nueva religión basada en el emocionalismo. Pero, por supuesto, para él lo único por lo que él se dejar llevar es observando la manera en la que las personas que afirman estar viviendo una vida según el Nuevo Testamento se comportan. Y lo que él me dijo, que él ve es que la vida del Nuevo Testamento aparentemente representa una desconexión completa de la fe en Dios de cualquier deseo de ser activamente obediente a los mandamientos de Dios. Si bien esto no es de ninguna manera universal, por supuesto, me veo obligado a admitir que es una actitud bastante común en la iglesia occidental.
Si usted piensa que esto no es cierto, entonces tenga en cuenta esto: hace 25 años atrás un estudio demostró que los funcionarios de la Iglesia sabían instintivamente: el 80% de todos los que ofrendaban a la iglesia fue logrado por sólo el 20% de las personas que asistían. ¿Entendiste? A principios de los años 1980 sólo 2 de cada 10 personas que iban a la iglesia terminaron proporcionando casi todo el apoyo. Hoy la empresa de recolección de información cristiano Barna, informa que el número se está reduciendo rápidamente hacia sólo 1 de cada 10 que proporciona la mayor parte del apoyo.
Bueno, usted podría decir, seguro, pero eso es porque algunas personas tienen mucho más dinero que otras personas; que esto se debe a una amplia diferencia en los ingresos. Hay algo de verdad en eso, por supuesto, pero permítanme darles otro hecho que debería moderar esa noción; hace unos años atrás yo era el administrador de negocios de una mega-iglesia, así que como parte de mis deberes yo tenía que recopilar todos los informes financieros. Un informe en particular me llamó la atención. Para mi sorpresa un 40% de las personas que asistieron a nuestra iglesia durante un año no dieron absolutamente nada. Eso es correcto; de cada 10 personas que asistieron regularmente a esta iglesia 6 contribuyeron exactamente nada. Y resulta que, en realidad, es bastante típico según los estudios realizados por el cristianismo hoy en cooperación con el grupo Barna.
Aun cuando esa noticia no es bienvenida, el darse como voluntario también sigue disminuyendo; el número general de hoy en día de las personas que ofrecen voluntariamente su tiempo de cualquier manera es 5% de la población de la iglesia: 1 en 20. ¿Qué es lo que dijo Yeshua? “La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos”. Ahora hay mucho más en la demostración del creyente de la obediencia a los mandamientos de Dios que simplemente dar dinero a su iglesia o sinagoga, o dedicar su tiempo al Ministerio. Pero esta es una medida cuantificable reunida durante décadas y ciertamente es un reflejo válido y real de lo que nuestros pensamientos son acerca de cuán seriamente (o no) manifestamos nuestra fe en Dios cuando se trata de ser activamente obediente (o no) a sus Leyes y Mandamientos.
Aquí, en Deuteronomio, cuando Moisés miró fijamente a los rostros de todos aquellos israelitas a quienes él había dirigido, cuidado, luchado, intercedido y sacrificado todo (en los últimos 40 años) era un poco diferente entonces de lo que es hoy en día dentro del cristianismo. Algunos de sus oyentes escucharían el mensaje de amar al Señor en la MANERA en que el Señor exigió: la obediencia a Sus mandamientos.
Desafortunadamente, la gran mayoría de la gente asentirán con su cabeza en un gesto de acuerdo silencioso y luego decidir que tenían una mejor manera, su propia manera, de ir supuestamente viviendo una vida redimida; y la misma llevándole a unas terribles consecuencias, incluyendo la pérdida de su valiosa herencia de tierra por cientos de años a la vez.
Como discípulos del Mesías, nuestra herencia mayor es el Señor. Y nosotros también estamos obligados a HACER los mandamientos de Dios o nosotros también estamos obligados a perder nuestra herencia. Nuestro Señor y Salvador tuvo esto que decir al respecto:
LBLA Mateo 7:21 “ No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” 23 Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mí, los que practicáis la iniquidad.”
¿De qué iniquidad Jesús está hablando? ¿Romper la ley romana? ¿Romper la ley civil Americana? Claro que no. Él está hablando sobre la única ley que concierne al judío. Él está hablando sobre la Ley que es Bíblica, universal y eterna; las leyes de Jehová.
Vamos a leer Deuteronomio capítulo 8.
LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 8
Si esto suena como si Moisés se repite más o menos a sí mismo, eso es porque lo es. Él está diciendo cosas similares de diferentes maneras para tratar de hacer algunos puntos importantes. Nosotros no nos vamos a detener en cada punto, pero vamos a estudiar algunos de ellos más cuidadosamente.
El versículo 1 hace una declaración fuerte: hay una razón real y tangible para que Israel obedezca la instrucción (en hebreo, Torá) que están oyendo; la misma es para que ellos prosperen en la Tierra de Canaán que está a punto de convertirse en su posesión. Esta es una de esas afirmaciones que se dicen tan a menudo y tan concisamente, que puede pasar desapercibida (como estoy seguro que pasó con estos hebreos de antigüedad). Hay una toma y daca presente aquí: SÍ haces esto, Israel, ENTONCES yo (el Señor) haré esto por ti. En otras palabras, la capacidad de Israel para permanecer enraizado en la Tierra Prometida, así como para prosperar en la tierra, está totalmente condicionado a la obediencia de Israel a los mandamientos del Señor.
Tenga en cuenta algo: cuando la Biblia habla de la obediencia a Dios la mayoría de las veces lo que se dice realmente es, “la obediencia a los MANDAMIENTOS o las leyes de Dios”. Cuando la Biblia dice “obediencia a Dios” SIGNIFICA “obediencia a sus mandamientos escritos”. ¿Qué otra cosa más habría que obedecer? Nosotros hemos desarrollado esta doctrina a lo largo de los siglos, que todo lo que nosotros (como creyentes) debemos obedecer es de algún modo directamente transmitido por Dios a nosotros (como individuos) de alguna manera sobrenatural o sino no es para nosotros.
Es decir que la Palabra escrita de Dios es subordinada, o en desacuerdo con, algún pensamiento o instrucción que el Señor pone en nuestras mentes por medio del Espíritu Santo. ¿Acaso el Señor pone esos pensamientos místicos en nuestras mentes de esa manera? Absolutamente. ¿Es ese el medio cotidiano común de entender el propósito y los límites de Dios y las reglas de conducta para nuestra vida? ¡Absolutamente no! La forma principal en que descubrimos las características del Señor y el sistema de Justicia (el cual se explica por medio de Sus leyes y mandamientos) es por medio de Su palabra escrita. De hecho, cuando tenemos una idea de algo que hacer o no hacer que creemos que es del Señor, debemos comprobarlo junto con Su Palabra escrita para ver si va con la Palabra. Si NO va con la Palabra, o si está en contra de Sus leyes y mandamientos escritos, entonces debemos descartar ese pensamiento como tentación del maligno, o tal vez algo derivado de nuestras propias inclinaciones malignas, o incluso una imaginación activa. La palabra escrita es el estándar por el cual todos los demás deben ser comparados. La Palabra escrita de Dios es la Constitución espiritual de los creyentes. Escuche este pasaje del NT bien conocido y a menudo citado:
LBLA 2 Timoteo 3:16 Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.
Unas cuantas cosas sobre este pasaje: recuerden, la Única escritura a la que Pablo se refería era el AT porque no había otras palabras de Dios escritas y aceptadas como un Canon bíblico inspirado hasta alrededor de un siglo después de su muerte. Es decir, cuando la palabra “Escritura” se utiliza en la Biblia (incluyendo al Nuevo Testamento) la misma se refiere sólo al Antiguo Testamento porque eso es todo lo que existía. Pablo, Pedro, incluso el último escritor del Nuevo Testamento, Juan el revelador, no tenía idea de que alrededor de 100 años después del martirio de Pablo que algunas de sus cartas serían vistas por una porción de la iglesia como adiciones a la Sagrada Escritura.
Observen también lo que Pablo dijo que es la fuente de la enseñanza, la reprensión, la corrección y el aprendizaje, y lo que ES la rectitud; es la palabra escrita de Dios (Escrituras), el Antiguo Testamento. Entonces se nos dice, ¿POR QUÉ necesitamos este aprendizaje, y la razón? ¿La misma es para que estemos bien equipados para hacer qué? Para hacer buenas obras. UH-oh. Pablo dice que debemos aprender los mandamientos del Señor con el propósito de hacer buenas obras. ¿Supongo que Pablo, según la doctrina moderna, nos está diciendo que somos legalistas y que pongamos toda nuestra esperanza en obras? Obviamente yo estoy diciendo esto sarcásticamente porque la Biblia nunca, nunca hace que las buenas obras sean legalistas, ni dice a los creyentes que debemos abandonar la obediencia a los mandamientos de Dios y a las obras.
Mis amados hermanos y hermanas en el Señor, por favor consideren esto: el refrán más común entre los creyentes de hoy en día que decimos los unos a los otros es “sigue tu corazón”. Que dentro de nuestros corazones esta la verdad. Recordemos que cuando la Biblia dice “corazón”, en esa época el pensamiento era del corazón como el órgano donde el pensamiento consciente, el intelecto, la mente residía. Por lo tanto, se nos advierte esto en la palabra de Dios:
LBLA Jeremías 17:9 Más engañoso que todo, es el corazón (mente), y sin remedio; ¿quién lo comprenderá?
¿Acaso nuestro corazón (mente) cuando aceptamos a Yeshua como nuestro Salvador YA NO nos engaña? Escucha a Pablo nuevamente:
LBLA Romanos 7:15 Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago.
Este es el dilema que todos enfrentamos como cristianos. La inclinación malvada en nuestra mente NO fue destruida sobre nuestra salvación; seguiremos luchando con la misma, cederemos a veces, e incluso ocasionalmente lo creeremos y lo obedeceremos antes que a la Palabra de Dios y Su dirección para nosotros a través del Ruach HaKodesh. Tantos evangelistas grandes y valiosos, predicadores y maestros han tomado grandes caídas porque escucharon una supuesta “palabra del Señor” que fue completamente contraria a la palabra escrita de Dios, (ya fuera la sabiduría general o los mandamientos directos). Ellos creyeron que de alguna manera lo que estaba “en sus corazones” era mayor y más importante que lo que estaba en las órdenes escritas del Señor. Es por eso que siempre debemos buscar en la palabra de Dios; siempre debemos ser obedientes a Sus mandamientos y ser un poco sospechoso de nuestros propios pensamientos.
Luego Moisés le dice al pueblo que recuerde los actos de Dios de liberación y el severo juicio contra ellos en su viaje de 40 años por el desierto. Estas lecciones van a ser muy importantes cuando lleguen a la tierra prometida. Necesitan recordar su dependencia en Dios, y Su misericordia en suplir todas sus necesidades. Necesitan ser bien humildes en recordar su rescate de Egipto por Dios cuando ningún otro medio era posible; y cómo ellos fueron sacados de la esclavitud por Dios hacia una tierra de abundancia cuando todos los caminos parecían bloqueados. Así que todo fue por Divina Providencia dada por el Gran Proveedor; el mismo no fue el resultado de su mérito o capacidad humana.
Siempre ha sido reconocido por los grandes maestros de la Biblia que la historia registrada de la época de Israel en el desierto era tanto real como literal, así como una sombra y una ilustración profética, y completamente análoga al proceso de nuestro movimiento de nuestra esclavitud personal al pecado hacia la redención (salvación) en Cristo, y luego eventualmente hacia la Tierra Prometida de la eternidad con Dios. Estoy de acuerdo con esta premisa, especialmente en el patrón que se demuestra. Tenga en cuenta que parte de lo que Moisés está comunicando aquí es que las leyes que el pueblo está aprendiendo son realmente MÁS para su uso DENTRO de la Tierra Prometida que fuera de ella. De hecho, hay muchas leyes y mandamientos de la Torá del Señor que no tienen aplicación sin poseer esa tierra y vivir en ella (por ejemplo, las leyes de traer las primicias de una cosecha, peregrinaje a 3 de las Fiestas Bíblicas, y las leyes del Jubileo y la herencia familiar). Lo que estoy diciendo es que los hebreos no fueron redimidos, luego se le dieron los Mandamientos de Dios, y entonces justo cuando estaban a punto de entrar en la tierra prometida, se les dijo que ignoraran todas esas Leyes y Mandamientos y siguieran sus propias mentes y corazones.
Y así mismo es para nosotros. Nosotros no hemos sido redimidos por Yeshua, pasamos tiempo aprendiendo los Mandamientos de Dios y aprendiendo a obedecerlos, sólo para que cuando estemos al borde de la eternidad y se nos diga, “una vez que llegamos allí, no habrá más leyes y mandamientos”. Nosotros debemos aprender y vivir bajo esas órdenes ahora, durante nuestra vida física terrenal, porque vamos a vivir POR esas mismas leyes y órdenes a lo largo de toda la eternidad. ¿Podrían las mismas tener una expresión y aplicación algo diferente en la eternidad, en contraposición a ahora? Probablemente hasta cierto punto porque la forma en que se practicó la ley en épocas antiguas se expresa un poco diferente hoy en día. De hecho, parte de la misión de Pablo fue explicar algunas de las maneras en que la expresión y aplicación de la Ley se transformó con el advenimiento de Yeshua HaMashiach.
Una gran preocupación es puesta sobre Israel que eviten volverse soberbios y orgullosos al conquistar Canaán. Comenzando en el versículo 11, Moisés continúa repitiendo una advertencia acerca de cómo todo lo que experimentaron en el desierto era para un propósito divino; era para enseñarles a confiar en Dios, y a tener miedo y temor y asombro de Él al mismo tiempo. El clímax es el versículo 17, donde dice: “…… y ustedes se dicen a sí mismos ‘ mi propio poder y la fuerza de mi propia mano han ganado esta riqueza para mí ‘ “. Para este error de juicio retórico, Moisés argumenta que la riqueza que tendrán es del Señor, y es a causa de una promesa que Jehová hizo a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, y no por ninguna otra razón por la que Israel haya ganado ese favor con Dios. Pero si Israel se olvida, y se enorgullece, la destrucción vendrá en forma similar a la que está a punto de sucederle a las naciones paganas y a las tribus de los cananeos que serán desposeídos de sus hogares y tierras.
Yo creo que para que una persona tenga éxito en este mundo, y luego dé la vuelta y dé a Dios la alabanza y la gloria por ese éxito, sólo puede ser posible si Dios interviene en su vida para mostrarle la verdad. El acto de ser salvo no es, por sí mismo, automáticamente suficiente para hacernos agradecidos o llenos de humildad. Yo he experimentado esto y lo sé de primera mano. Incluso como cristiano, estaba confiado y lleno de confianza en mí mismo en mi vida corporativa, y me veía a mí mismo como invencible y merecedor de mi éxito. Bueno, tomó una severa intervención de Dios para mostrarme lo contrario. La lección fue uno de las más valiosas en mi vida, pero el dolor de ese momento también es inolvidable. Realmente no es nuestra reacción natural el darle a Dios el mérito de las cosas buenas en nuestra vida; sino que más bien nos vemos a nosotros mismos como llenos de mérito.
Vamos a continuar con el capítulo 9.
LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 9: 1 – 17
Yo les dije cuando empezamos Deuteronomio que el mismo era principalmente un sermón de Moisés, y como tal, el mismo iba a repetir muchas de las leyes y mandatos de Jehová, pero igualmente iba a exponer su significado e intención y cómo debían aplicarse en la Tierra Prometida. Por lo tanto, la forma en que les estoy enseñando en nuestro estudio de Deuteronomio es como un sermón; y es realmente inevitable. He mencionado antes que el NT está compuesto por más de 50% de las citas del AT; Deuteronomio es el libro más citado por Jesús y los apóstoles.
Y yo creo que esto se debe a su naturaleza de ser como sermón y al énfasis en explicar las leyes en lugar de simplemente enumerarlas. Es la misma razón por la que el sermón del Monte es quizás la parte más estudiada del Nuevo Testamento por los cristianos; porque es exactamente eso, un sermón; un sermón que expone la Ley.
Es interesante que la PRIMERA PALABRA del capítulo 9 es una que estudiamos cuidadosamente hace unos cuantos capítulos atrás: Shema. Las dos primeras palabras del capítulo 9 son el Shemá Israel… Escucha O Israel. Recuerda que el Shemá no significa escuchar pasivamente. Es un término que significa prestar atención y hacer lo que se dice. A menudo he definido el Shemá como el significado de “escuchar y obedecer”. Es una afirmación muy contundente…… realmente una demanda.
El punto entero del capítulo 9 es este: el Señor Dios, Jehová, será el vencedor de la Guerra Santa contra los cananeos; Israel es sólo el agente de Dios (su representante humano) en esta victoria. El Señor dice que Israel va a luchar y desposeer naciones que son más fuertes de lo que son y que están bien arraigadas; naciones que han tenido mucho tiempo para preparar sus defensas contra el ataque de Israel. Recuerde que el destino de Israel no era un secreto para la gente de Oriente Medio. Su ruta estaba un poco en el aire, pero el destino declarado de Israel (Canaán) siempre fue conocido. Así que pueden estar seguros de que los grandes reyes de los diversos pueblos cananitas se prepararon en serio para la próxima invasión. Entre los que Israel tomará son los Anaceos; Ellos son una nación feroz, alta y grande de guerreros. El versículo 2 dice que era un dicho común entre los orientales, “¿quién puede hacer frente a los hijos de Anac?” Pero Israel no debe preocuparse porque el Señor Dios es fuego consumidor y nadie (ni tan siquiera los temerosos descendientes de Anac) puede pararse en contra de Jehová.
Nosotros llegamos ahora a una parte vital de la lección de hoy, capítulo 9 versículo 4. Porque el Señor dice que cuando Israel haya dominado a los cananeos (en realidad cuando Dios los haya dominado), los hebreos no deben de pensar: “el Señor nos ha permitido poseer esta tierra a causa de nuestras virtudes”. Eso es que no deben pensar que porque son un pueblo especialmente meritorio su Dios les ha permitido ganar. Como la última parte del versículo 4 dice, “es más bien debido a la iniquidad de esas naciones que el Señor los está desposeyendo”, y luego continúa repitiendo lo que ahora se ha dicho varias veces “… y con el fin de cumplir el juramento que el Señor hizo a vuestros padres, Abraham, Isaac y Jacob”.
Wow. Si esto no pone a los hebreos en su sitio ante el Señor, ¿qué les pondrá? Dios dice que Israel nunca ha tenido ninguna virtud especial o inherente que hiciera que Él quisiera hacer todas estas cosas maravillosas para ellos. Israel no ha nacido con, ni sus buenas obras les ha otorgado a ellos, justificación delante del Señor; que, de hecho, no son inherentemente mejores o peores que cualquier otro que vive en el planeta tierra. Más bien como en épocas posteriores en las que el Señor utilizará a los asirios, más tarde los babilonios, y finalmente a los romanos como sus instrumentos para sembrar el juicio Santo sobre su propio pueblo Israel a causa de su rebelión, así es que Dios está a punto de usar a Israel como una herramienta para sembrar Su santo juicio sobre las tribus cananitas por su iniquidad.
En realidad sólo Dios posee verdadera justificación. Probablemente una de las palabras más difíciles y contenciosos en toda la Biblia es la palabra “justificación” (en hebreo, Tzedek o en esta forma tzedekah). Como la palabra Shalom en el AT o salvación en el NT, la justificación no es una palabra que se puede explicar en un Diccionario; varias de estas palabras bíblicas llevan consigo elementos profundos y a menudo inescrutables.
Debido al tiempo permítanme ofrecer un aspecto particular de este término que quizás no hayan oído; el mismo es que en adición a los aspectos más familiares de la justificación que significa bueno, o estándar, o normal, el mismo también indica una posición legal judicial. La postura legal lo es todo en la Biblia, porque la justicia de Dios se basa en Su sistema de justicia y viceversa. Así que desde un punto de vista legal/judicial, la justicia de Dios significa que Él siempre está ” en lo cierto”. En un tribunal de justicia el conocimiento básico es que cuando dos personas luchan entre sí como en un caso civil, o el gobierno va en contra de un individuo por violar una ley, un lado es esencialmente juzgado como “en lo cierto” y el otro lado como “culpable”. Un principio bíblico es que una persona que ha sido juzgada en un tribunal de justicia y encontrada inocente es vista como “en lo cierto” o como justa. La guerra Santa que el Señor ordenaba a Canaán era establecer lo que era correcto para reemplazar lo que estaba mal. Es decir que Israel (quién Dios dice que está siendo utilizado como su representante terrenal de lo que es correcto) es su apoderado para derrocar a los que están equivocados (los cananeos y sus caminos de maldad).
Ahora, esto puede molestar a algunos de ustedes un poco (particularmente en un mundo relativamente de bien o mal) el llamar a un grupo de personas enteras “bien” y agrupar a un grupo entero de personas en la categoría de “mal”. Pero en cierto sentido eso es lo que está sucediendo aquí. Este uso particular de la palabra “justos” (que significa lo que es correcto) también se extiende al concepto de que la Tierra Prometida está actualmente habitada por cananeos que en el plan de Dios no pertenecen allí; más bien, Israel pertenece allí. Así que no se necesita ninguna disculpa para que el Señor haga bien lo que actualmente está mal al expulsar a los cananeos e instalar a Su pueblo.
Ahora, yo no quiero enfatizar esto (pero lo haré) para hacer un punto que ciertamente se aplica a la situación en el Medio Oriente hoy: lo que Dios estaba haciendo en la toma de Canaán por parte de Israel no era establecer a Israel como un pueblo que de alguna manera inherentemente estaba con el derecho de desposeer a otra gente que tuvo la mala suerte de nacer como un pueblo inherentemente en el mal. ¿Entiendes? Israel no eran “las personas correctas” y los cananeos eran ” las personas equivocadas” por su propia naturaleza o mérito. Israel no era “correcto” en sí mismo, y por lo tanto merecedor de tener esa tierra que estaba actualmente en manos de un pueblo que estaba “equivocado” en y por sí mismo. Esto ni siquiera era un problema de si Israel era justo o no; Este fue el Señor que obró su propia justicia para sus propios propósitos. En esencia, Israel no era más que el agente de la justicia divina de Dios para ser utilizado contra un grupo de personas que eligieron comportarse con maldad… el pueblo de Canaán. Israel fue imputado con la justicia de Dios; nada de eso era suyo propio.
Permítanme llevar esto un paso más allá; no existe ningún ser humano que nazca inherentemente justo. No hay una nación o una tribu o una familia en la que pueda nacer alguien que este inherentemente “en lo cierto”, versus otra persona o familia que haya nacido inherentemente “en el mal”. Los accidentes de nacimiento no son de interés para el Señor; uno no gana la lotería Celestial al nacer judío o al nacer como un estadounidense; pero perder al nacer un iraquí o un árabe. Usted ve, Israel no tenía rectitud inherente y tampoco los cristianos nacidos de nuevo. Como parte del Israel redimido, un hebreo fue simplemente elegido como el agente de Dios en el trabajo de su Tzedek, su justicia; no fue porque ese hebreo en particular tenía algún tipo especial de justicia que otros no la tenían. Como parte del cuerpo de los discípulos de Yeshua, tú y yo simplemente fuimos elegidos misteriosamente como agentes de Dios en el llevar a cabo su Tzedek, su justicia en la tierra.
Este es el dilema: ¿POR QUÉ Israel y POR QUÉ yo? ¿POR QUÉ Dios no eligió a los egipcios o a Osama Bin Laden? ¿POR QUÉ Dios eligió a Israel para ser Su pueblo redimido, y por qué Dios te eligió para ser parte de Sus redimidos de acuerdo con la fe en Yeshua y no con otros? No sé. La Biblia utiliza el término “elección” (y a menudo “llamado”) en ambos casos y eso mismo en sí mismo es un tema largo. Si la elección o el llamado es el término correcto (y probablemente lo es), el mismo indica la elección o la selección en contraposición al azar. No es por casualidad cósmica, o por el autonombramiento de Israel, que Israel se convirtió en el pueblo de Dios; por eso se les llama “el escogido de Dios” en la Sagrada Escritura. No es por casualidad cósmica, ni la auto designación, que cualquier ser humano, desde aproximadamente el 30 D.C., que puso su fe en Yeshua fue redimido; fue por decisión de Dios. ¿Cómo hace Él estas decisiones?; ¿Cuáles son sus criterios? No lo sabemos, pero esto es lo que sabemos: la selección no tiene NADA que ver con quiénes somos, dónde nacimos, si somos hombres o mujeres, el color de la piel, nuestro estatus social, ni tiene que ver con algún tipo de “rectitud” que nosotros poseemos naturalmente (algo genéticamente nacido) que otros no la obtuvieron.
Por lo tanto, según Pablo dice, así es como debemos mirar el misterio de nuestra elección a la salvación: 1 Corintios 1:26 Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento; no hubo muchos sabios conforme a la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; 27 sino que Dios ha escogido lo necio del mundo, para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo, para avergonzar a lo que es fuerte; 28 y lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es; 29 para que nadie se jacte delante de Dios.
Él escoge gente débil, y gente que no lo es. Él escoge personas que son despreciadas y personas que no lo son. Él escoge gente sabia, y gente que no lo es. La elección es un misterio. No hay mérito involucrado, aparentemente ningún prerrequisito del que estemos conscientes, y como resultado debemos aceptar nuestra salvación con la más profunda humildad y tal vez con una buena ayuda de temor. Pablo no tenía idea de por qué Israel fue escogido (aparte de por el bien de los patriarcas, el cual es confuso incluso para los rabinos), o por qué Pablo mismo fue escogido, o quién será escogido. Pero elegidos somos y elegidos, permanecemos.
Dios escogió a Israel y sigue siendo escogido, y así será para siempre. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo con las decisiones de Dios, pero esto no cambia nada.
Ahora, en cuanto al Oriente Medio: tal como lo fue para Moisés, Josué y los israelitas hace 3300 años atrás, no hay nada inherentemente “en lo cierto” sobre los judíos de hoy e inherentemente “en el mal” sobre los árabes de hoy. Son sólo gente. Sin embargo, hace mucho tiempo atrás el Señor hizo una elección; Israel fue escogido para ser apartado como siervos de Dios, e Israel debía poseer un territorio especial de tierra en el Medio Oriente para cumplir con los propósitos de Dios, y nadie más está autorizado a tener esa tierra. Israel (tan insensato y rígido como ellos son) sigue siendo una herramienta para castigar a las naciones inicuas que rodean a Israel. Y al mismo tiempo, esas naciones son la herramienta de Dios para apalear a Su pueblo, Israel, al arrepentimiento. Tres veces los hebreos fueron exiliados por imperios malvados que el Señor autorizó a ser sus agentes para disciplinar a su pueblo. Pero ese tiempo ha pasado y está muy claro en las escrituras que la ÚLTIMA vez que el exilio será usado como castigo para Israel ocurrió hace 2000 años, a manos de los romanos.
En cambio, en nuestra era, los israelíes volverán a su propia tierra (la cual tienen) y ALLÍ serán atacados, ensangrentados, odiados y asesinados no sólo por sus vecinos inmediatos, sino también por cada nación en la tierra. No serán expulsados, pero serán diezmados. Sin embargo, antes de que sean aniquilados completamente el Mesías de Israel regresará, el remanente sobreviviente de Israel será salvado, y el Mesías Yeshua conducirá una guerra de aniquilación completa contra todas las naciones inicuas de la tierra y esta vez los elegidos de Dios serán los agentes para sembrar el caos sobre los malvados. Yeshua nuestro Mesías guiará esta Guerra Santa y pondrá fin a todas las guerras en Armagedón.
Por lo tanto, hay una cosa y una sola cosa en la que Israel puede afirmarse como su pretensión de ser el pueblo especialmente escogido de Dios y de la tierra; el mismo fue la decisión soberana de Dios. Ellos nunca se lo ganaron, pero también nunca se les requirió ganarlo. Ciertamente ellos no lo merecen más ahora de lo que hicieron hace 3000 años atrás; pero ellos no estaban obligados a merecerlo. Todo lo que ellos están obligados a hacer es ser obedientes. No importa, Dios está “en lo cierto” para tomar la decisión divina de que Él quiere a Israel allí y que para que los árabes (o cualquier otra persona en lo que respecta) ocupen hasta un pie cuadrado de tierra designado para Israel es visto como “malo”. Dios está en el mismo proceso de hoy al igual que Moisés estuvo hace tanto tiempo atrás cuando Moisés le dijo a Israel que el Señor estaba a punto de reemplazar a las personas equivocadas con las personas correctas.
Nosotros vamos a detenernos aquí y volveremos a nuestro estudio de Deuteronomio capítulo 9 la próxima semana.