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Lección 2 – Éxodo 1

Lección 2 – Éxodo 1

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Éxodo

Éxodo Lección 2 Capítulo 1

La semana pasada discutimos que el conocido estudioso hebreo de la Biblia, Everett Fox, escogió un método para estudiar Éxodo que consiste en dividirlo en 6 secciones. Hoy, vamos a entrar en la primera de estas divisiones, a la que él llama la "Narrativa de Salvación". Esta comienza en el capítulo 1:1 y continúa hasta el capítulo 15. Así que, el próximo mes, veremos todo lo que Dios hizo para lograr que su pueblo escogido fuera liberado del faraón; comenzando con el rescate del infante Moisés del río Nilo y terminando solo después de la división del Mar Rojo, lo cual completa el escape de las manos del faraón.

Para aquellos que toman notas, la segunda división, "Desierto", comienza al final del capítulo 15 y continúa hasta el capítulo 18. La Parte 3, "Pactos y Leyes", comienza en el capítulo 19 y se extiende hasta el 24. La Parte 4, "El Plan del Tabernáculo del Desierto", empieza en el capítulo 25 y continúa hasta el 31; la 5ta división, "Infidelidad y Reconciliación", comienza en el capítulo 32 y concluye con el capítulo 34. Finalmente, "La Construcción del Tabernáculo" comienza en el capítulo 35 y termina al final de Éxodo.

Vamos a leer Éxodo 1.

LEER ÉXODO 1

Entre el último versículo de Génesis y el versículo de apertura de Éxodo, han pasado 350 años. Los primeros versículos de Éxodo son como un puente entre Génesis y Éxodo. La cuestión es que, Génesis no es el final de una historia y Éxodo el comienzo de una nueva; ambas están unidas, una fluye dentro de la otra. Éxodo es una continuación y una progresión de lo que había comenzado en Génesis. Así que, se nos recuerda que Jacob y sus 11 hijos que vivían en Canaán, junto con todos los miembros de la familia, vinieron a vivir a Egipto, aunque José ya estaba allí. En total, eran 70 personas.

Esta es la cuestión: vamos a encontrar muchos números simbólicos en la Torá y en la Biblia en general. Por un lado, en Génesis 46, donde se enumeran todos los HOMBRES descendientes de Jacob a través de sus dos esposas legales y concubinas, se da un conteo de 70. Como discutimos anteriormente cuando estudiamos ese capítulo, el número presenta un problema, pues incluye a dos de los hijos de Judá que murieron a manos de Dios en Canaán, así como a los dos hijos de José que nacieron en Egipto. Así que, 70 hombres de la familia de Jacob podría ser correcto. Pero, por otro lado, 70 es un número redondo y simbólico que indica totalidad o algo que es completamente abarcador; debemos considerar este número 70 como uno simbólico que representa que TODO Israel fue a Egipto, sin dejar a nadie atrás.

Considera esto: sabemos por Génesis 34 que cuando los hijos de Jacob mataron a todos los hombres de Siquem en venganza por la violación de su hermana Dina, tomaron a todas las mujeres y niños como esclavos y concubinas. Desde una perspectiva del Medio Oriente, estas mujeres y niños pasaron a ser parte de Israel.

Además, este número de 70 cuenta SOLO a los hombres. Había al menos tantas mujeres, y usualmente había más mujeres que hombres en las poblaciones antiguas, pues los hombres morían en batallas o quedaban heridos en sus labores. Por lo tanto, el número total de personas que fueron a Egipto, aquellos que razonablemente podrían ser considerados israelitas, era probablemente de unos 200. Más adelante, en futuros estudios, les enseñaré por qué es importante reconocer esto.

La mayoría de los israelitas todavía vivían, unos 350 años después de su llegada, en la misma área donde estaban cuando José los mandó a buscar: Gosén, en el delta del Nilo. La ciudad principal donde vivían se llamaba Avaris, y José parece haber tenido allí un palacio para él y su familia inmediata. Esta ciudad ha sido hallada, y no hay duda alguna de su identidad. En términos arqueológicos, este lugar es llamado ahora Tel el-Dab'a. Es muy grande y debió albergar a cientos de personas. Además, tenía una arquitectura hebrea y cananea.

Otros hallazgos arqueológicos han confirmado que fue en la tierra de Gosén —también llamada Bajo Egipto— donde los gobernantes hicsos de Egipto establecieron su ciudad capital, y no debería sorprendernos que fuera esta misma Avaris.

Un refrán común entre los profesores no cristianos y académicos es que la Biblia es simplemente un libro lleno de leyendas y mitos, y que las personas y lugares en las Escrituras, en su mayoría, nunca existieron. Se nos ha dicho que nunca encontraron registros de Salomón o del rey David, ni de muchas de las ciudades bíblicas. Tonterías.

Han encontrado estos sitios y registros, y en algún momento lo admitirán. La única razón por la cual muchos arqueólogos y egiptólogos discuten en contra de la conclusión de que Tel el-Dab'a es la ciudad de Éxodo es porque registran Avaris en una época anterior a la cronología bíblica que indica cuando los hebreos deberían haber vivido allí. Lo importante es situar estos sitios arqueológicos en la época correcta.

El sistema actual de datación de lugares, personas y eventos antiguos, establecido en el siglo XIX, es llamado "Sistema de Fechas de Reinado", y se basa en los tiempos supuestos de los reinados de ciertos faraones egipcios. Es un sistema lleno de grandes lagunas de tiempo, especulaciones y suposiciones fundamentadas. Pero algunos de los pilares fundamentales de este sistema de fechas de reinado han sido refutados por investigaciones modernas. Un nuevo sistema de registro, llamado la "Nueva Cronología", está ganando apoyo en la academia. Cuando se aplica la Nueva Cronología a los hallazgos en Avaris y en cientos de otros sitios bíblicos, la línea de tiempo bíblica encaja casi perfectamente.

Cualquiera que haya pasado tiempo en nuestro sistema avanzado de educación sabe que la Biblia es anatematizada por estas personas. Así que, cualquier sistema de registro que parezca verificar la verdad bíblica (aunque no se haya creado con ese propósito) es difícil de establecer. De hecho, esta Nueva Cronología no fue desarrollada por cristianos o estudiosos bíblicos. Fue propuesta por David Rohl, un académico de Oxford que es agnóstico. Debido a que la comunidad arqueológica hacía tiempo que necesitaba un mejor sistema de datación, él adoptó la postura de que, aunque no reconociera el elemento espiritual de la Biblia, no había razón para asumir que los relatos históricos en ella fueran intrínsecamente falsos. Esta suposición ha sido, y continúa siendo, un principio fundamental entre muchos estudiosos y científicos.

Me tomé un pequeño desvío para decirles esto porque quiero que sepan que, al leer Éxodo, estas personas y lugares realmente existieron y estos eventos ocurrieron. Se han encontrado muchas pruebas, y muchas más están saliendo a la luz constantemente.

Se nos dice en el versículo 6 que José muere, y con él toda esa generación; es decir, todos sus hermanos y hermanas. Debemos ver a esa generación como una generación inmigrante. Piensen por un momento en lo que eso significa: prácticamente todos en este salón somos estadounidenses nacidos aquí, pero nuestros padres o abuelos probablemente fueron inmigrantes. Ellos vinieron de otro lugar para comenzar una nueva vida. Su experiencia en América como inmigrantes que acababan de llegar fue bastante diferente a la de aquellos que nacieron aquí. Nosotros no conocíamos nada del país que nuestros antepasados conocían; solo conocemos América y su cultura. Esa segunda y tercera generación israelita era bastante diferente de aquellos que habían salido de Canaán. Aquellos que llegaron para sobrevivir la gran hambruna pensaban que su estadía sería "solo por un tiempo". La próxima generación no pensaba en regresar a Canaán, después de todo, Egipto era el único hogar que conocían, y algunos estaban bastante cómodos allí.

Lo que Dios, a través de José, había comenzado, no se detuvo con la muerte de José. El verso 7 dice que, aún después de su muerte, los israelitas continuaron progresando, creciendo en número y esparciéndose… ENORMEMENTE. Sin embargo, fue precisamente este propósito de Dios, esta maravillosa fertilidad, lo que llevaría a Israel a una confrontación con el futuro faraón, quien se volvía cada vez más paranoico.

Los gobernantes hyksos, aquellos semitas de algún lugar del Medio Oriente que gobernaron Egipto durante un periodo un poco antes, contemporáneo y luego por un siglo después de José, continuaron favoreciendo a los israelitas. Después de todo, eran parientes. Aunque esta situación envidiable permitió a los hebreos crecer y prosperar, también generó celos y odio hacia ellos por parte de los egipcios. El final del verso 7 marca el fin de la vida tal como la conocían los israelitas en Egipto. Este es el final de la era dorada de Israel en Egipto.

Antes de avanzar a la siguiente época de los hebreos en Egipto, este es un buen momento para analizar cómo estaba estructurado Israel en términos de organización social humana. A partir de ahora, en Éxodo y a lo largo del resto del Antiguo Testamento, se espera que entendemos la estructura de la antigua sociedad hebrea. Si no lo comprendemos, nos perderemos. Disculpen quienes ya lo saben, pero vamos a dedicar unos minutos a aprender sobre los títulos de liderazgo y los nombres de las diversas subdivisiones del pueblo hebreo que surgieron de esta población. Si logramos entender lo que cada uno de ellos significa, podremos obtener conocimientos adicionales cada vez que estos términos se usen en nuestros estudios.

Recordemos que la nación de Israel fue fundada y nombrada en honor a Jacob, a quien Dios cambió el nombre a Israel. En aquellos tiempos, el nombre de una nueva nación (que era, en esencia, un nuevo grupo) se le daba en honor a su fundador. Jacob tuvo 12 hijos, quienes formaron la primera subdivisión de Israel. Cada uno de estos hijos eventualmente establecería su propia tribu, su propia rama de Israel, y cada hijo sería el líder de esa rama o tribu. Estas 12 tribus producirían hijos que formarían la siguiente subdivisión, que en la Biblia generalmente se denomina “clan” o “familia”. Cada uno de estos clanes o familias produciría hijos, quienes constituirían la siguiente generación o subdivisión que la Biblia llama “jefe de familia”.

En términos occidentales más familiares, Jacob era el padre de 12 hijos varones, los hijos de estos eran los nietos, y los hijos de los nietos, los bisnietos. Sin embargo, la Biblia emplea términos diferentes para estas generaciones. Israel era la “nación”, los 12 hijos formaban las 12 tribus que componían esa nación. Los hijos de los 12 líderes de tribus formaban su propio clan o familia. Aunque los traductores de la Biblia tienden a usar “clan” o “familia” de manera intercambiable, para mayor precisión en nuestro contexto moderno sería mejor pensar en estos clanes y familias solo como clanes y usar el término “familia” para otra categoría. A la vez, los descendientes de estos clanes formarían los jefes de familia.

De estos “jefes de familia”, que podríamos comparar con nuestra idea de familia extendida, surge lo que la Biblia en ocasiones llama “hombre por hombre”. No se refiere a hombres solteros y listos para casarse, sino que equivale a nuestra familia nuclear moderna: la unidad familiar más pequeña, compuesta por madre, padre e hijos menores como una unidad. Pero esto no debe confundirse con lo que estos mismos traductores de la Biblia llaman clan o familia. Así que, la estructura de Israel es: Nación (todo Israel), tribu (12 de ellas), clan, jefe de familia, y hombre por hombre (familia).

La Biblia llama al líder de una familia “cabeza” (aunque a veces se refiere a él como jefe). El líder de cada clan es el “jefe”. El líder de la tribu es llamado “príncipe”. Así, cada una de las 12 tribus de Israel tenía un “príncipe”… mientras existieran las 12 tribus, había 12 príncipes.

Estos príncipes eran los gobernantes sobre todas las personas de sus tribus, incluyendo cada subdivisión. Cada clan, jefe de familia y unidad familiar estaba sujeto a la autoridad del príncipe de la tribu, cuya palabra era ley. Es importante recordar que la posición de príncipe era hereditaria. Aun cuando un forastero (ya sea de otra tribu de Israel o un extranjero que no fuera hebreo) podía ser aceptado ocasionalmente como miembro de una tribu, nunca se le permitiría ser príncipe, ya que era necesario trazar su genealogía directamente hasta Jacob y hasta el hijo de Jacob que lideraba esa tribu.

Así que, el orden de príncipe, jefe y cabeza formaba una aristocracia hereditaria. De forma paralela, operaba otra clase o categoría de liderazgo y autoridad: una clase elegida o asignada de líderes. Esta categoría representaba al pueblo común de los clanes, familias y jefes de familia, y se les llamaba “ancianos” y “oficiales”. A veces se usa la palabra “escriba” en lugar de “oficial”.

Esta clase de líderes asignados o elegidos operaba bajo la autoridad de los líderes tribales. Por ejemplo, no se podía destituir a un príncipe o jefe de su posición, salvo mediante asesinato, ya que su cargo era un derecho de nacimiento, inalterable y permanente. Sin embargo, los ancianos y oficiales, o escribas, podían ser removidos legítimamente de sus posiciones si había suficiente descontento por parte del pueblo al que servían o si causaban molestia a los líderes de la tribu.

Estos ancianos, oficiales y escribas desarrollaban su propio orden, subdivididos según sus responsabilidades específicas y una jerarquía simple de gestión, similar a la que estamos acostumbrados a ver en cualquier lugar de trabajo; es decir, un rango menor que reporta al superior, y este al líder principal.

Mantén esta información a la mano, ya que te será muy útil. Estos títulos, estructuras y órdenes eran importantes para las decisiones dentro de la cultura israelita. Cuando la Biblia usa los términos “príncipe”, “jefe”, “tribu” o “clan”, representan algo específico; no son palabras intercambiables o sinónimos.

Continuemos con Éxodo.

Como mencioné antes, el verso 7 y el verso 8 introducen una nueva y menos favorable era para los israelitas en Egipto. Se nos dice que un nuevo rey, es decir, un nuevo faraón que no conocía a José, se levanta sobre Egipto. Esto quiere decir simplemente que este nuevo rey no tenía intención alguna de honrar los tratos que los faraones anteriores habían hecho con los israelitas. Y esto tenía una razón: este nuevo rey era egipcio; el primer gobernante egipcio en mucho tiempo.

Este nuevo faraón pronto anuncia que los israelitas, quienes habían sido ciudadanos honorables y dignos de Egipto durante casi 200 años, de repente representan un peligro para Egipto, porque “son más numerosos que nosotros”. En otras palabras, el faraón utiliza el factor de la “raza”. Como los gobernantes hyksos, que eran odiados, también eran semitas del Medio Oriente y se consideraban primos de los hebreos, todos ellos eran vistos de la misma manera. Ahora que los gobernantes hyksos habían sido derrotados, aquellos que los apoyaban y que probablemente se parecían a ellos, los israelitas, se convirtieron en personas no gratas. Ahora llevarían el peso del recién descubierto nacionalismo y paranoia de Egipto.

¿Deberíamos pensar que los hebreos sobrepasaban en número a los egipcios, como dice el faraón en el verso 9? ¿O estaba el faraón exagerando? Bueno, sí y sí. Aunque los israelitas eran numerosos y vivían por todo Egipto, estaban concentrados en Gosén y es posible que superaran a los egipcios en esa región. Sin embargo, si consideramos a todos los egipcios en general, se estima que los israelitas no representaban más del 25% de la población total de Egipto, lo cual es significativo.

No resulta irónico, y es completamente indicativo de la continua batalla entre Dios y Satanás, que lo que Dios consideraba una bendición, la increíble fertilidad de Israel, fuera visto por el faraón como una maldición.

Y así, comienza la confrontación entre Dios y el mal. El faraón está en un dilema; odia a los israelitas y les teme, pero los NECESITA. Los necesita como fuerza laboral… ellos son la clave para la economía de Egipto y la esperanza de que Egipto recupere su posición de poder regional. ¿La solución? Subyugación, controlarlos, usarlos para lo que son buenos, mantener su población bajo vigilancia y no dejarlos ir.

Ahora, no piensen que los egipcios comenzaron a tomar a los hebreos como esclavos en sus hogares. Más bien, fue el gobierno egipcio quien reclutó por la fuerza a los hombres israelitas como cuadrillas de trabajo para sus proyectos de construcción. Era como ser reclutado en el ejército, excepto que no recibían paga. De hecho, Egipto reclutó a hombres egipcios para formar una milicia leal y nacionalista que protegiera la nación de invasiones, mientras reclutaba a los hebreos como fuerza laboral para la nación. Curiosamente, no hay evidencia de que las mujeres israelitas fueran incluidas en este esquema de esclavitud, ya que el trabajo requerido era de hombres: hacer ladrillos de lodo, construir casas y edificios, mantener una gran red de canales y reservas de agua, y construir nuevas carreteras y fortificaciones militares. Los hebreos se convirtieron en el grupo principal de mano de obra en la construcción en Egipto, y como resultado, sus vidas se volvieron miserables.

En cierto modo, el plan del rey de Egipto funcionó. Los proyectos de construcción devolvieron al país su gloria, y la esclavitud de los israelitas restringió sus movimientos. Pero, otro aspecto de su plan falló: en lugar de reducir la población israelita, los hebreos procreaban aún más, incluso bajo la opresión egipcia. Cuantos más hijos tenían, más paranoico se volvía el faraón y su séquito. Aquí vemos uno de los patrones de Dios que continuará hasta el regreso de Jesús: cuanto más se persigue al pueblo de Dios, más se multiplica. Israel nunca creció tan rápido, y la iglesia nunca creció tan rápidamente, como en tiempos de persecución intensa. Si Israel se hubiera rendido y asimilado completamente en la sociedad egipcia, habría evitado la persecución, pero también habría evitado la ineludible productividad. Mientras la iglesia siga buscando el camino fácil y aspire a parecerse más al mundo para evitar la persecución por identificarse con Yeshúa, menos productiva será. Así ha sido y así seguirá siendo. Es simplemente la forma en que funciona la economía de Dios, y no tenemos el poder para alterarla.

El faraón, preocupado y frustrado, hizo algo en un momento de desesperación, algo que irónicamente sería contraproducente a su gran propósito: ordenó a quienes la Biblia llama “las parteras de las hebreas” que mataran a los hijos de ellas. El plan era que, si el bebé recién nacido era un niño, debían matarlo inmediatamente. Sin embargo, si el faraón hubiera tenido éxito en esta matanza de infantes, habría reducido la fuerza laboral disponible para sus ambiciones de construcción.

El plan no funcionó; estas parteras, que conocían y temían al Dios hebreo, no obedecieron al faraón. Aquí presenciamos la primera desobediencia civil registrada en la Biblia, realizada para obedecer los valores éticos y morales de Dios, que a menudo se oponen a los del hombre. Este desafío fue llevado a cabo por mujeres. Dos parteras son nombradas aquí: Sifrá y Puá. Sin duda, eran parteras experimentadas, a cargo de muchas otras, ya que dos parteras no habrían sido suficientes para atender los cientos de nacimientos entre los israelitas en todo Egipto.

Ser partera era una de las profesiones disponibles para las mujeres en esa época. Era respetada, valorada y muy necesaria. La función de una partera era asistir en el momento del parto, cortar el cordón umbilical, lavar al bebé y frotarlo con sal. En el caso de gemelos, la partera era la testigo del primer nacido, quien generalmente recibía la bendición de primogénito, mientras que el segundo no la recibía. Las parteras eran estimadas y su función era vital. Este oficio estaba organizado, y las parteras recibían pago de las familias a las que servían; había un gremio de parteras, y probablemente Sifrá y Puá eran líderes de este gremio, lo cual explica por qué el faraón ordena que comparezcan ante él.

Interesantemente, muchos estudiosos de la Biblia dudan que estas parteras fueran hebreas. El texto hebreo es ambiguo, y las palabras pueden interpretarse como “parteras hebreas” o “parteras de las hebreas.” Esta conclusión se basa en varias razones: primero, es difícil imaginar que el faraón esperara que parteras hebreas mataran a los recién nacidos de su propio pueblo. Segundo, en el verso 19, estas mujeres claramente saben algo sobre cómo las mujeres egipcias experimentan el parto, comentando que las hebreas dan a luz más rápidamente que las egipcias. Como las egipcias de entonces no querían involucrarse con los hebreos, es difícil imaginar que contrataran parteras hebreas. Probablemente, Sifrá y Puá eran mujeres semitas, pero no hebreas; sus nombres son de origen semita, pero no hebreo.

También debemos notar que, a pesar de la sociedad tribal marcadamente masculina de aquella época (y muchas damas aquí presentes dirán que poco ha cambiado en los últimos 300 años), la Torá presenta a estas dos mujeres como heroínas distinguidas. Veremos en ocasiones en la Biblia cómo las mujeres son “usadas por Dios” y veneradas. Cuando lleguemos a la historia de Moisés, las mujeres se convertirán en personajes principales.

Habiendo fracasado en contener el crecimiento de la población hebrea, el faraón pidió a los egipcios que monitorearan la situación y, si veían a una mujer hebrea a punto de dar a luz, que actuaran con responsabilidad. Sin embargo, es poco probable que el egipcio promedio quitara los niños de los brazos de sus madres para destruirlos, al igual que el alemán promedio durante la Segunda Guerra Mundial no mataba a judíos al azar. Más bien, reportaban a las autoridades del gobierno, que enviaban agentes para llevarse a los recién nacidos varones y arrojarlos al Nilo. Este es el miedo irracional en su máxima expresión, ya que no hay registro de Israel intentando tomar el poder en Egipto, rebelándose o conspirando con enemigos del Estado. Realmente, las acciones del faraón solo perjudicarían la capacidad de Egipto para cumplir sus ambiciones. Pero esta no sería la última vez que a Israel, de manera absurda, se le culparía de los problemas de una nación, pagando un precio sangriento por esa paranoia. Este comportamiento hacia los judíos se ha repetido en la historia y sigue siendo visible.

Finalmente, en el primer capítulo de Éxodo, vemos uno de los patrones de las palabras hebreas: "servir." Aunque en inglés esta palabra se traduce de varias maneras, en los versos 13 y 14, cinco formas de "abad" se usan en el hebreo original. Si leemos estos versos literalmente, captaríamos mejor este juego de palabras en hebreo:

“Entonces los egipcios hicieron SERVir a los hijos de Israel con trabajo implacable; amargaron sus vidas con duro SERVicio en ladrillo y mortero y con toda clase de SERVidumbre… todo su SERvicio en el cual los hicieron SERVir con labor aplastante.”

Cuando entendemos este patrón, emerge un principio espiritual importante: a quien sirves determina la naturaleza de ese servicio. Cuando servimos a Dios, nuestro SERVicio es voluntario, positivo, bueno, amoroso, con cualidades eternas de verdad y luz. Cuando servimos a Satanás (aquí representado por el faraón, pero usualmente es servir a nosotros mismos y nuestros deseos), estamos en SERVidumbre; es forzado, negativo, sin frutos y diabólico. En este momento, los versos 13 y 14 de Éxodo nos muestran el lado negativo de SERVIR. Más adelante veremos el lado positivo, aunque es difícil captar el juego de palabras en inglés.