Deuteronomio
Lección 2, Capítulo 1
La semana pasada vimos la introducción a Deuteronomio con el fin de darnos un contexto para estudiarlo. Pero, no se equivoquen: la base para interpretar correctamente este quinto libro de la Torá son los primeros cuatro libros anteriores; cada uno se construye sobre el otro. Sin embargo, en general, necesitamos ver a Deuteronomio como un sermón de la ley, y yo dibujé un paralelo para ustedes sobre el sermón del Monte, el cual fue el sermón de Yeshua sobre la ley.
Deuteronomio comienza con el viaje de Israel en Moab, con Moisés dando sus discursos finales al pueblo de Israel. Los 3 discursos van a entrelazar la historia y la ley, y veremos como muy a menudo los hechos precisos de ciertos incidentes en su travesía en el desierto de 40 años no son presentados por Moisés con el mismo molde que los leemos en los libros anteriores de la Torá porque él lo está presentando a la luz de a posteriori.
Por lo que, al empezar a leer el primer capítulo de Deuteronomio, hagamos una imagen mental de Moisés parado en una colina alta en Moab, con una vista a la Tierra Prometida que se encuentra a un corto paso de la orilla oeste del Río Jordán. Él está dirigiéndose a los líderes y a los ancianos de Israel, aunque sus palabras estaban destinadas para que todo Israel prestara atención; porque de hecho no hay manera práctica que su voz pudiera haber sido escuchada claramente por más de unos pocos cientos de personas.
LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 1
Quiero tomarme unos 5 minutos para explicar un fenómeno muy interesante que aparece en los primeros 5 versículos de Deuteronomio, porque el mismo TAMBIÉN aparece al principio de cada uno de los 5 libros de la Torá.
Y el fenómeno es este: hay un patrón de letras hebreas que se repite que deletrea la palabra “Torá” en una secuencia fija dentro de los primeros 5 versículos de Deuteronomio. Comenzando con la letra hebrea “heh”, esa es la última letra del nombre de Moisés, y luego contando 48 letras, nosotros llegamos a la letra hebrea “reysh”. 48 letras más y tenemos la letra hebrea “vav”, y luego 48 letras más y nosotros tenemos la letra hebrea “Tav”. Es decir, tenemos la Torá deletreada al revés.
Ahora bien, esto no sería tan sorprendente si no fuera porque vemos un patrón similar al principio de los 4 libros de la Torá que vienen antes de Deuteronomio. En Génesis 1:1-5 encontramos un patrón repetido de la palabra Torá, deletreado al derecho (normalmente), con cada letra formando la palabra con un espacio exactamente de 49 letras aparte. Comenzando con la letra hebrea final de la palabra “al principio” (Bereshith), y luego contando cada letra 49, nosotros tenemos la palabra Torá deletreada.
Exactamente lo mismo sucede en Éxodo 1:1-6; comenzando con la letra final de la 2nda palabra (Shemot) en la frase de apertura “Estos son los nombres”, obtenemos la letra hebrea Tav. Luego, contamos precisamente 49 letras, y nosotros obtenemos un Vav; luego 49 letras más y tenemos un reysh, y luego 49 letras más y tenemos un heh, el cual forma la palabra Torá.
En Levítico cambia un poco. En Levítico, el libro sacerdotal, nosotros obtenemos el nombre divino YHVH deletreado con las letras Yud-Hey-vav-Hey ‘ con un espacio de 7 letras aparte. Comenzando con el Yud en la primera palabra de Levítico “y él convocó”, y luego contando cada séptima letra, obtenemos el nombre de Dios Jehová.
Cuando vamos al libro de Números, a nosotros se nos da, igual que en Deuteronomio, la palabra Torá deletreada al revés en un intervalo exacto. Comenzando con el primer suceso de la palabra “Moisés” en Números, nosotros tomamos el “heh” (la última letra del nombre de Moisés…. Mosheh) y luego contamos 49 letras y tenemos un reysh, 49 letras más y nosotros tenemos un Vav, 49 letras más y tenemos un Tav. Torá deletreada al revés.
Pero, nosotros vemos otro patrón; comenzando en Génesis tenemos la palabra Torá deletreada al derecho, en Éxodo Torah deletreada al derecho, en Levítico tenemos el nombre de Dios Jehová, luego en Números Torá deletreada al revés y finalmente en Deuteronomio Torá deletreada al revés.
El interlineado de la letra 49 es clave porque la misma es 7 X 7. Por supuesto que el número divino de Dios es 7, y que 7 sea el interlineado de las letras en el nombre de Dios en Levítico también es bastante asombroso.
Pero, la pregunta entonces sería, ¿por qué entonces el interlineado en Deuteronomio es uno MENOS que 49? ¿Por qué el espaciamiento de las letras de la palabra “Torá” 48 letras separadas y no 49? Te daré mi opinión y me gustaría que lo consideres como eso: mi opinión.
Deuteronomio es diferente de los primeros 4 libros ya que este es un sermón de Moisés. Los primeros 4 libros consisten en un grado u otro de oráculos directos de Dios que tienen como preámbulo palabras como, “y, el Señor dijo” así y así. Aquí en Deuteronomio es diferente. Esto trata de MOÍSES diciendo así y así. Sí, Moisés es el Mediador de Dios y él habla por Dios, pero Moisés no es Dios. Por lo tanto, el VALOR de lo que es la Torá de Moisés (instrucciones de Moisés) es, en comparación con el VALOR de lo que es la Torá de Dios (las instrucciones de Dios), es menos; precisamente UNO menos.
Todos hemos escuchado algo sobre el Código Bíblico y no hay duda alguna que lo que te he presentado no es sencillamente una anomalía matemática o una coincidencia. La misma no es un accidente; la misma fue puesta intencionalmente allí. Por lo que yo soy uno de los que ve cierto grado de validez al Código de la Biblia. Donde yo no estoy de acuerdo es cuando se dice que toda clase de secuencias de letras y letras encontradas en diagonales y así sucesivamente forman un “Código de la Biblia” que nos dice el futuro.
Con el enorme número de palabras y letras en la Biblia no hay duda alguna de que uno podría encontrar patrones falsos si uno los busca lo suficientemente. Pero yo no los veo como divino.
Por otro lado lo que te he presentado es lógico, racional e increíble; completamente alineado con los principios de Dios. Además (desde un punto de vista práctico) al incorporar este patrón subyacente, los errores copista y las redacciones y falsificaciones podrían ser vistos fácilmente porque un error ortográfico o una palabra que falta o una oración reorganizada podrían arruinar la secuencia exacta de la letra y conteo de números. Yo veo el asombroso patrón que se ha insertado en los primeros 5 versículos de la apertura de cada uno de los 5 libros de la Torá como la garantía de Dios para nosotros, y como una clase de “corrector ortográfico” antiguo que fue ciertamente el gran Yo Soy quien nos dio esta Biblia, y que es válido, y es acertada.
Afortunadamente el deambular está a punto de terminar; el pueblo de Israel está cerca de poseer la tierra que había sido oficialmente separada para ellos en el Pacto de Abraham 6 siglos atrás. Pero la posesión de la tierra no va a venir pacíficamente; el ejército hebreo de 600,000 hombres va a tomar la tierra a la fuerza de un número de pequeños potentados y poderosos reyes y reinos que, cuando se toman juntos en un término general, se llaman cananeos simplemente porque viven en la región general conocida como Canaán. Ninguna de estas personas tiene la intención de sencillamente entregar su territorio a Israel sólo porque afirman que su Dios se las ha dado como suya.
Este discurso de Moisés es aparentemente hecho por voluntad propia. Ciertamente, como Mediador de Dios, es Su lugar de dirigirse al pueblo de Dios como él vea necesario, según fue ordenado cuando el incidente de la zarza ardiente que lo que Moisés hablara era como si Dios lo hablara.
Abordemos de inmediato un par de asuntos: primero es este asunto que lo que estamos recibiendo de Moisés NO es un oráculo del Padre. A primera instancia podría ser un poco inquietante; pero en realidad la gran parte de la Biblia NO consiste de oráculos directos de Jehová sino que consiste de historia, cuentos, poemas, canciones, revelación progresiva y mucho comentario sobre el Señor y Sus mandamientos.
Un oráculo es una declaración divina directa e inequívoca atribuida directamente a la Deidad nombrada. En la Biblia, los oráculos MÁS directos de Dios están en la Torá y son las leyes dadas a Moisés en el Monte Sinaí. Los siguientes oráculos más directos provienen del Mesías de Dios, Yeshua, en el Nuevo Testamento; sin embargo, hasta la mayor parte de estos oráculos del NT son más que repeticiones y recordatorios de lo que Dios habló a través de los profetas del AT, o son exégesis de la Ley según se dio hace mucho tiempo atrás. Por supuesto, donde la mayoría de los creyentes se confunden es que piensan que lo que Yeshua ofreció y habló fue completamente nuevo, porque ellos no han leído ni se les ha enseñado la Torá y el AT.
Es bastante fácil saber cuando nos encontramos con un oráculo divino en contraposición a otra cosa, porque el oráculo divino generalmente comienza con las palabras: “… entonces Dios dijo” o “… Yehoveh le dijo a Moisés… “o algo a lo largo de esas líneas. En otras palabras, el NOMBRE de Dios fue invocado como el que ha ordenado que tal y tal cosa ocurriera o que una nueva ley sea promulgada. Nosotros asumimos con razón que las palabras de Jesús son como oráculo porque Él afirma ser Dios, que es (por supuesto) toda la base entera de nuestro cristianismo.
Sin embargo, no podemos dejar de notar que hay una diferencia en cómo Dios el Padre (o la Palabra en la forma de Espíritu de Dios) presenta su oráculo divino en la Torá en comparación con la forma en que Yeshua habló en el Nuevo Testamento; ya que Yeshua es este inescrutable hombre híbrido y Dios, Sumo Sacerdote y Mediador, Plebe y rey. Así que, aunque en general la iglesia pinta que Jesús abolió la Antigua Ley y dio a la humanidad una Nueva Ley, incluso Él claramente dice en Mateo 5:17-19 que este no es el caso. Más bien, Yeshua separó las Leyes de Dios (según fueron dadas a Moisés) de las tradiciones que los hombres habían desarrollado con el pasar de los siglos SOBRE esas leyes; Tradiciones que habían llegado a ser la base del Judaísmo (y la mayoría una mentalidad equivocada), y eran en ocasiones establecidas en contra del espíritu de la Torá. Y el Mesías también explicó y abundó en la intención divina del SIGNIFICADO de las Leyes de Moisés, y como muchas de las palabras de los profetas concernientes al Mesías venidero (ahora presente) estaban cumplidas en Él.
El punto es que Moisés (aquí en Deuteronomio) está hablando como el Mediador oficial de Dios; pero Moisés está usando sus propias palabras (tan inspiradas como son) y está haciendo estas declaraciones no porque haya NUEVOS oráculos provenientes de Dios, sino porque Moisés ha decidido que es necesario en este momento. La mayoría de las palabras de Moisés son un recuento del viaje por el desierto y largas explicaciones de cómo la Ley para esta nueva generación de Hebreos, la mayoría de los cuales eran niños pequeños o aún no nacidos cuando Moisés recibió por primera vez la ley casi 40 años atrás, debía aplicar estas leyes en la nueva condición establecida con la que están a punto de encontrarse. La gran parte del tiempo, Cristo también está hablando como el Mediador de Dios (no obstante un Mediador mayor que Moisés), y por lo tanto Él no dice que él está invocando nuevas leyes ni tampoco cambiando leyes viejas.
El segundo asunto que me gustaría abordar concierne a la tan llamada Guerra Santa que Israel está a punto de comenzar para la conquista de la tierra de Canaán. Nosotros debemos tener cuidado de no ser absorbidos en un debate o una defensa que la actual Guerra Santa de los musulmanes en contra del mundo (llamada Yihad), es la misma cosa que Dios ha ordenado en la Torá con respecto a la toma de Canaán. Este es uno de esos muchos casos en que el significado de una pequeña frase cambia a lo largo de los años y adopta un contexto diferente; pero ese pequeño cambio en el significado puede tener consecuencias más grandes. He escuchado a voceros musulmanes, comentaristas de noticias, periodistas e incluso pastores discutir la Guerra Santa musulmana como siendo comparable a la Guerra Santa del AT de Moisés y Josué sobre Canaán.
La diferencia entre las dos es el día y la noche: la Yihad islámica trata sobre el convertir el mundo a su religión a la fuerza. La misma trata sobre un ejército de musulmanes estableciendo violentamente un califato mundial (es decir, una teocracia islámica de un mundo); la misma trata de matar a aquellos que deciden no convertirse como instrucción directa del Corán, (aunque el Corán parece dar algo de un pase a los judíos y cristianos que podrían tener sus vidas perdonadas si están de acuerdo en ser gobernados por el Islam y someterse completamente al gobierno Islámico).
NO hay pensamiento alguno en la Torá de la conquista de Canaán con el fin de difundir la religión de los hebreos a los extranjeros. Esta Guerra Santa que se aproxima no trata de convertir esas religiones cananitas paganas a la adoración de Jehová, y de matar a la resistencia. Más bien es una guerra sobre la tierra; un pedazo de tierra muy específicamente nombrado. De hecho, Moisés relata cuidadosamente en los próximos versículos cómo los Israelitas evitaron el conflicto con los edomitas y los moabitas siempre que fuera posible, porque estos gentiles legítimamente poseían la tierra que ellos habitaban ya que el Señor la había separado y asignado para ellos. ¿Te sorprende que Dios ordenara cierto territorio para gentiles, no israelitas, y luego haría valer su derecho a conservarlo? Bueno, realmente no debería. Aunque lo llamamos el Dios de Israel, Jehová hace claro que Él es el Dios de todos y todo; que Su reinado es supremo sobre la tierra, el universo y más allá. Así que, por supuesto, Él ha predeterminado quién vive donde, cuando, bajo qué circunstancias y demás, y eso incluye tanto a los gentiles como a los hebreos. El lugar que asignó para los hebreos fue Canaán.
Así que nunca debemos caer preso del argumento engañoso que lo que el Islam está haciendo actualmente es similar a lo que los hebreos estaban haciendo al conquistar a Canaán. Tampoco debemos imaginarnos que el terrorismo o el propósito del terrorismo y la mentalidad como siendo semejante a la conquista del AT de Canaán. El único reino terrenal de Dios fue estar dentro de los límites bien definidos de lo que estaba registrado actualmente como la tierra de Canaán, y no más allá. No había ningún mandamiento de convertir a los cananeos, ni tampoco había una orden para cometer genocidio sobre ellos. El objetivo era que los gentiles de Canaán fueran expulsados; sólo aquellos que decidieron quedarse y luchar hasta la muerte en lugar de irse estaban sujetos a ser asesinados.
Ahora escúchenme por favor: en tal vez la más extraña ironía, no es el “Dios del AT” quien le dice a Canaán y a otros extranjeros, “conviértete o muere” como tantos cristianos mal informados piensan (y está en el centro de la mayoría de la opinión cristiana sobre el AT, la ley, y el pueblo judío); más bien, el único escenario de “conversión o muerte” dirigido por Dios en la Biblia está en el NT, en el libro de Apocalipsis, cuando Jesucristo este dirigiendo a los Santos en la Guerra Santa (generalmente llamada Armagedón) en la cual a las únicas personas que se les permitira permanecer vivas en la faz del planeta son los que aceptan a Yeshua como Señor y Maestro. Armagedón es una batalla para toda la tierra, no para Canaán. No HAY ningún lugar para los que están en contra del Señor para mudarse.
Moisés por un corto tiempo, y luego su protegido Josué, dirigirá al pueblo de Dios en una batalla por un reino terrenal ubicado en un lugar específico.
Yeshua nos ha instruido, Sus protegidos, dirigir al pueblo de Dios en una batalla por un reino espiritual. Josué (su nombre hebreo dado siendo Yehoshua) conduciría una batalla usando lanzas y espadas; Jesús (su nombre hebreo dado siendo Yehoshua) nos ha instruido a bajar nuestras lanzas y espadas y a llevar a cabo una batalla usando principalmente nuestra fe, la verdad del Evangelio y nuestras obras amorosas. Sin embargo, cuando Yeshua regrese, Él luchará contra una sangrienta guerra física tal como Moisés y Josué estaban a punto de hacer.
Una cosa más sobre la Guerra Santa (y hago esto porque esto está en el núcleo de por qué el AT es tan calumniado y nuestro NT tan mal entendido): una Guerra Santa no es una que se lleva a cabo en el nombre de Dios, sino que es una realmente conducida por Dios. Es decir, se hace claro en la Torá que Dios ha pasado por delante de Moisés y Josué para derrotar a aquellos que están destinados a ser derrotados. Que en esencia todo lo que queda para que Israel haga en una Guerra Santa es entrar y recoger los pedazos; Dios entregaría al enemigo en sus manos. Se hace claro que Dios es el comandante supremo del ejército israelí, y también se hace claro que esta Guerra Santa es ordenada por el oráculo directo de Dios (no está a elección de Moisés o de Israel).
Una de las características de esta verdadera Guerra Santa bíblica es que la ley de Herem está en su debido lugar. La ley de Herem dice que el botín capturado debe ser destruido y esto es debido a que como el Señor es el Comandante Supremo, todo le pertenece a Él. En la manera de pensar hebrea el Señor Dios es literalmente un guerrero. La destrucción del botín es como un sacrificio para el Comandante Supremo, Jehová, porque la Guerra Santa Bíblica tiene muy poco que ver con la ganancia material. Así que la guerra Santa Bíblica (de la clase del AT) no es una guerra cuyo propósito es la conversión religiosa, ni la extracción de riquezas y el tributo de los vencidos, ni esclavizar al enemigo. Tampoco es una guerra para determinar quién gana; el resultado ya ha sido decidido.
Sin embargo generalmente cuando vemos las llamadas “Guerras Santas” luchadas en el NOMBRE de Dios (aunque NO hay absolutamente ningún oráculo de Dios para iniciar tal conflicto), estas guerras son de un carácter completamente diferente que las Guerras Santas dirigidas POR DIOS. Aquellas luchadas “en el nombre del Dios” en ocasiones se VEN más como Yihad islámico. Las mismas SON a veces sobre las conversiones forzadas, la esclavitud y la toma de botín y el pago de tributo por el enemigo (las Cruzadas siendo tal empeño, y la Inquisición otra).
En el versículo 3 nosotros obtenemos la ÚNICA fecha que nos ha sido dada en Deuteronomio: la misma fue el primer día del undécimo mes del año 40 que este discurso en particular de Moisés está siendo dado. Ahora sólo para estar claros, esto NO significa que han pasado 40 años y 11 meses desde que salieron de Egipto. La manera en que la Biblia cuenta los años (y también lo hace la arqueología) es que el año uno comienza en el 1er día y termina en el último día del undécimo mes. Por lo que cuando Israel se había ido de Egipto por, digamos, 3 meses, esto habría sido llamado el 3er mes del 1er año. En otras palabras, no hay un año llamado “cero”.
Por lo tanto, lo que nos están diciendo es que Israel se ha ido de Egipto por 39 años y 11 meses (un mes más y sería 40 años exactamente).
Y nosotros sabemos que las guerras con Madian y los Amorreos están detrás de ellos porque el versículo 4 habla de la derrota de Sihon y Og; por lo que tenemos un buen marcador en el tiempo.
Comenzando en el versículo 6 hay una retrospectiva del viaje a través del desierto e incluye un recordatorio de los poderosos actos que Dios realizó para que Israel lo viera a Él como su Dios. No es sorprendente que comience con la primera parte del viaje y por lo tanto no está hablando de la gente de la generación de Israel que ahora está delante de Moisés en Moab, sino más bien de la primera generación del éxodo (la generación anterior a la que ahora él se está dirigiendo) que ahora están todos muertos. Y Moisés les recuerda que Dios le dijo a Israel (de una manera bastante impaciente) que era tiempo de salir del Monte Sinaí y pasar a la Tierra Prometida que tanto tiempo Él había preparado para ellos.
El punto que no se perdió en esta nueva generación de Israelitas es que ellos PUDIERON haber nacido dentro de una tierra de leche y miel en lugar de adentro de una tienda de piel de cabra en un sendero polvoriento junto a un oasis desértico si tan sólo sus padres hubieran sido obedientes. Israel DEBERÍA ya haber estado establecido en Canaán, disfrutando de los frutos de la tierra, unos 38 años atrás. No dejes que tú y yo perdamos el mensaje de esto, ya que se aplica directamente a nosotros y a nuestra renuencia a sostener las victorias que Dios ya nos ha dado, pero que espera que vayamos hacia adelante y reclamemos en acción y hechos.
Israel estaba básicamente espiritualmente y físicamente dormido por durante 40 años porque carecían de fe. Ellos marcharon en círculos, marcando el tiempo, meramente existiendo. Ellos no estaban más cerca de la tierra prometida en el año 40 que cuando apenas había pasado un año después de que salieron de Egipto. 38 años atrás en vez de entrar hacia la promesa de Dios que el Señor les había ofrecido, ellos dijeron, “no gracias, parece un poco aterrador…..creo que vamos a volver a nuestras vidas anteriores en Egipto”. Usted ve el problema era que la primera generación creía en Dios, pero no confiaban en él. Constantemente irritaban a Moisés (y a Jehová) haciendo la pregunta retórica: “¿Por qué Dios nos trajo aquí al desierto sólo para morir?” Sabían quién era Jehová; creían que existía y que Él era su Dios. Pero no confiaban en Su capacidad para cuidar de ellos o su determinación de protegerlos y guiarlos. Y por consiguiente le tomó a Israel 40 años para obtener lo que pudieron haber tenido mucho antes. Santiago, hermano de Jesús, lo expone de otra manera en LBLA Santiago 2:19 Tú crees que Dios es uno. Haces bien; también los demonios creen, y tiemblan. 20 Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril?
Este principio de Dios de la fe pasiva versus la fidelidad activa permanece. La aceptación de la redención es una cosa; actuando bajo las obligaciones que ahora uno tiene con Dios como persona redimida; y en los mandamientos de Dios que son realmente sólo para los redimidos de todos modos, es otra. Israel fue redimido ANTES de que Dios les diera sus Leyes y mandamientos. Pero, aun como un pueblo redimido ellos eran completamente inútiles para el Señor, Su Reino y Sus propósitos para ellos HASTA que estuvieran listos para confiar en Dios y actuar en esa confianza.
No puedo enfatizar lo suficiente que la actual actitud pasiva moderna del cristianismo es errónea e impotente. Nuestras doctrinas literalmente han convertido el principio de Dios expresado aquí completamente incorrecta. Nosotros hemos hecho nuestra aceptación de la redención de Dios (nuestra salvación) como la primera y última obligación o acto de obediencia al Señor que es necesario o requerido en nuestro caminar con Él. No. No. PRIMERO nosotros aceptamos nuestra redención (y como dice Pablo, eso realmente no debe ser considerado un acto de trabajo o una buena obra de nuestra parte) y una vez eso ocurre, AHORA se espera de nosotros que actuemos bajo nuestra confianza en Dios. ¿Y adivina qué pasa si no actuamos? Básicamente nosotros somos puestos en un estado de inactividad. ¿Quieres ser salvo y luego entrar en una animación suspendida? Bueno, el Señor tiene un nombre para esto: se llama “rebeldía”.
Cuando nosotros somos redimidos y luego se nos da conocimiento que TODA persona redimida tiene obligaciones que cumplir, y cada persona tiene un propósito para ser elegida para el Reino, el NO llevar a cabo esas obligaciones es desobediencia. ¿Te preguntas por qué has sido cristiano por 10 o 20 años o más y no pareces estar mucho más allá en tu caminar que cuando fuiste salvo por primera vez? ¿Sientes como si estuvieras caminando en círculos como los Israelitas y supieras en tu corazón que realmente no hay ninguna diferencia notable entre tú y el mundo? Entonces tengo una pregunta para ti: ¿Qué estás haciendo? Si usted no está haciendo de acuerdo a la voluntad de Dios, entonces tú estás exactamente donde Israel estuvo por 40 años. Si no confías en Dios e insistes en estar al margen, eso es desobediencia. Estás vagando y Dios está esperando y Él puede esperar mucho más de lo que puedes vagar. Pero, cuán miserable es nuestra condición cuando elegimos esa ruta. Cuán miserables fueron aquellos israelitas que no pudieron entender que creer EN Dios no es la misma cosa que CONFIAR en Dios lo suficientemente para vivirlo. Y la redención no es una buena obra del hombre; la redención fue entonces, y sigue siendo hoy, una buena obra de DIOS. Nuestras buenas obras son lo que sucede DESPUÉS de la redención. Y sin esas buenas obras, como dice Santiago, nuestra fe es una fe muerta.
En los versículos 6 y 7 Moisés llama a las áreas de tierra que se supone que Israel debe tomar: la primera que se menciona es el “país de las colinas de los amorreos”. Esto es clave para nuestro entendimiento en nuestra época, porque esta es la zona que es casi precisamente lo que hoy se denomina “Cisjordania”. Y, por supuesto, ¿acaso no sabes que los llamados palestinos reclaman esta tierra y dicen que los judíos no tienen derecho a ella? El país de la colina de los amorreos se menciona primero porque se convertirá en la zona central para Israel. Incluso hasta después de la época del rey Salomón cuando Israel se dividió en dos reinos (Efraín-Israel al norte y Judá al sur), este país de la colina se superpondrá en ambos reinos. Es montañoso, suave en el clima, fértil, y tiene buena agua disponible. Cuando el Señor habla de las montañas de Israel, Cisjordania es el área que se está describiendo.
Luego es la tierra de los Arabá, que está mayormente al norte del mar muerto. Incluye el valle del Jordán y las colinas que lo rodean; otra área muy rica, fértil y hermosa.
El Shephelah es esa área de tierra que podríamos ponerle como término “ladera” que corre a lo largo de la Costa Mediterránea; la misma es importante porque contenía puertos vitales que permitían el comercio y los viajes por medio de rutas marítimas a las islas del Mediterráneo, al sur del continente Africano y al norte de las zonas de hoy en día como Turquía.
El Negev también está incluido en la Tierra Prometida (y de hecho, por favor no llame a esta zona el NE-Jev; en hebreo no hay una “g” suave que suene como una “j”; todos los sonidos “g” son una “g” dura como en gota o garbanzo. Por lo tanto, se pronuncia Ne-Gev). El Negev es un área general al sur de las regiones montañosas y va hasta la Península del Sinaí; es en su mayoría desierto y es donde Beersheva y Cades Barnea se encuentran.
Y por último, por favor, tenga en cuenta que habla de la Costa del mar de los cananeos y del Líbano en cuanto al Gran Río. El Gran Río NO es el Río Nilo, es el Éufrates. Y esto hace sentido. La tierra prometida que el Señor expone va más al norte de lo que normalmente pensamos de ella, e incluye la Siria moderna y el Líbano. El Líbano es a veces referido en la Biblia como Lebohamath. El río Éufrates realmente fluye a través de Siria hacia Turquía. Y, durante los reinados de David y Salomón, esta zona era de hecho parte de Israel (a excepción de parte de la costa norte que se convirtió en Fenicia).
Nosotros discutimos hace unas semanas atrás que la descripción de la Torá de la Tierra Prometida difiere de la descripción de Ezequiel de la Tierra Prometida. Y, en esencia, la diferencia es que en Ezequiel la tierra se extiende un poco más al ESTE de lo que se habla en la Torá. Y yo ofrecí la explicación que la versión de Ezequiel toma lugar durante el tiempo del Reino Milenario. En cualquier caso, si Israel hubiera seguido las instrucciones del Señor mientras intentaban conquistar a Canaán, no estarían luchando por trozos de tierra como lo están hoy en día; ellos poseerían toda la tierra desde el Mar Mediterráneo hasta el Río Jordán, y desde el borde de la Península del Sinaí hasta la frontera sur de Turquía, un trozo sustancial y defendible de bienes raíces.
De los versículos 9 al 18, Moisés relata cómo él organizó a Israel, y cómo él estableció una jerarquía de gobierno y liderazgo. Nosotros no vamos a entrar en detalles, pero es informativo cómo esto NO sigue exactamente lo que vimos en el libro de Números; por ejemplo, en Números se dice que el suegro de Moisés Jetro observó a Moisés como el único juez y árbitro de Israel, y el pueblo que se encontraba en largas filas desde el amanecer hasta el atardecer, esperando que se escucharan sus asuntos. Y, fue Jetro quien le dijo a Moisés que necesitaba delegar la autoridad y sugirió un sistema para hacerlo.
En el recuento de Deuteronomio, Moisés dice, en esencia, que se frustró y agotó del proceso de juzgar y le dijo a los líderes tribales que necesitaba ayuda. Por lo que él instituyó su jerarquía secular de justicia/ liderazgo, que debió de haber implicado a centenares y a centenares de hombres de cada tribu. Aún más, mientras que en Números tenemos un indicio de que la gente tenía un gran decir en la elección de esos líderes y jueces, aquí en el versículo 13 Moisés le dice abiertamente que él le dijo al pueblo “que eligiera” a aquellos que estarían en autoridad sobre ellos.
Si ALGUNA VEZ hubo una descripción más sólida y un ejemplo de un sistema de gobierno democrático (o quizás mejor, un representante) en la Biblia, es este.
Y entonces Moisés dice que tomó líderes tribales (que significan hombres que habían heredado los derechos de autoridad entre su propia tribu), así como hombres sabios y dignos de confianza, a quienes el pueblo los había escogido y ordenado como líderes. Por lo que, aparentemente Moisés contribuyó en este proceso y probablemente pudo haber sugerido algunos hombres y rechazado a otros como líderes.
Mas a delante se explica que estos líderes de cada nivel (dependiendo de su área exacta de responsabilidad) deben ser hombres rectos; hombres que escuchan con cuidado y respetuosamente, y luego deciden con justicia. Además, ellos NO deben favorecer a un Israelita sobre un extranjero o viceversa. No deben considerar el estatus social, y no deben favorecer a los ricos sobre los pobres. Y, luego, hay una pequeña frase enterrada en el versículo 17 que realmente explica algo que tanto los judíos como los cristianos han dejado a un lado, cada uno por sus propias razones, y han producido resultados trágicos: “no temáis a ningún hombre, porque el juicio es de Dios”.
En otras palabras, dado que Dios y sólo Dios es el dador de la ley, estos líderes elegidos de Israel deben seguir las leyes de Dios y aplicar las repercusiones apropiadas atribuidas a cada violación. Las consecuencias de seguir las leyes de Dios son las de Dios de las cuales Él debe preocuparse, no estos líderes. Los hombres no tienen que decidir lo que es correcto y lo que está mal: simplemente deben aplicar lo que Dios ya les ha dicho que está bien y mal ante Sus ojos. Lo que está bien y está mal ante los ojos de los HOMBRES es tener poca o ninguna pertinencia en el proceso de juicio.
Permítanme poner esto de otra manera: la Ley (la Torá) tuvo que ser dada PRIMERO antes de que se estableciera un sistema de gobierno, de lo contrario los hombres no podían administrar adecuadamente la justicia. La justicia de Dios está completamente envuelta en Sus leyes. Sus Leyes no son sólo códigos y ordenanzas mecánicas o un sistema robótico de hacer y no hacer; parte integral dentro de la ley es el deseo del Señor y el llamado para la misericordia, el amor, la gracia y el perdón. Hoy en día, el estado judío de Israel es casi completamente secular y no tiene ninguna consideración por las leyes de Dios, por lo que han inventado su propio sistema e instalado sus propios ideales de acuerdo con sus propias filosofías, y los resultados son evidentes. Dentro del cristianismo nos hemos dividido en literalmente miles de denominaciones, y la unidad y la hermandad es un recuerdo distante; algunas denominaciones, incluso han negado a Jesús como Salvador, otros negando a su deidad, y otros negando la palabra escrita de Dios como inerrante o incluso como algo más que un poema y una fábula. Casi TODOS los cristianos niegan que el sistema de justicia de Dios ya no existe más. Al poner a un lado las Leyes de Dios en la iglesia, nosotros no podemos “temer a ningún hombre, ya que el juicio es de Dios”. En cambio, nuestros juicios son de hombres que utilizan los estatutos de una denominación particular y los artículos de fe como su norma, basándose en la creencia de que lo que hacemos es según lo que parece correcto “a nuestros corazones”. Y los resultados de dejar de lado las leyes de Dios en favor de lo que reside en “nuestros corazones” son evidentes.
Seguiremos en el capítulo 1 la próxima vez.