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Deuteronomio Lección 5 Capítulo 4

Deuteronomio

Lección 5, Capítulo 4

La semana pasada nosotros terminamos estudiando el Shema, que es quizás el principio central de la fe hebrea. El Shema (el cual es una combinación de una oración y una declaración de hecho y de fe) en realidad ocurre en un par de capítulos más adelante de donde estamos ahora mismo (el Shema comienza en Deuteronomio 6), pero la razón por la que lo estudiamos es debido a la repetición que vemos en Deuteronomio y todo a lo largo de la Biblia de la palabra Shema que se traduce generalmente al inglés como “escucha” o “prestar atención”.

Lo que nosotros aprendimos es que escuchar y prestar atención no son palabras pasivas; las mismas sencillamente no significan escuchar un canto de un pájaro o darse cuenta de la melodía pacifica de una cascada como es nuestra manera de pensar occidental. Inherente en la palabra Shema está el actuar sobre lo que se dice. Dependiendo del contexto del pasaje, la palabra significa “escuchar y obedecer”, u “escuchar y luego actuar”, u “observar” como en la observación de un día festivo (significando tomar parte en sus rituales y festividades).

Además, de lo que Deuteronomio generalmente trata (y Deuteronomio 4 en particular) es sobre Moisés haciendo un discurso apasionado para la nueva generación de Israel que tomen en serio y sigan hacia delante con todo lo que han aprendido. Para todos los propósitos prácticos, nosotros estamos escuchando las últimas palabras de Moisés dichas para aquellos que él ha cuidado, durante los últimos 40 años. Moisés sabe que su muerte se aproxima por lo que quiere impartir sobre Israel la identidad nacional que le ha sido dada por Jehová y esta identidad nacional está toda envuelta en el Dios de Israel, Sus convenios y leyes, y sólo puede ser mantenida por la determinación del pueblo de obedecer y amar a Jehová.

Lo que Moisés está diciendo se establece en el contexto de la historia de Israel, porque es esta historia la que ofrece la prueba de lo que él está diciendo. Y ofrece la prueba que Dios es quién Él dice que Él es y hará lo que Él dice que Él hará.

Deuteronomio 4, es un capítulo bastante largo y ni siquiera lo terminaremos esta semana, porque si a mí me forzaran a elegir sólo 10 capítulos (de casi los 1200 capítulos que forman nuestra Biblia moderna) de los cuales definiera mejor el carácter de Jehová, Su plan, Su justicia, y esos principios de Dios que son los más poderosos y centralmente importantes para la vida de Sus creyentes, este estaría cerca del tope de la lista de los 10 capítulos.

Por lo tanto, antes de que nosotros comencemos a leer este monumental capítulo, yo quiero decir algo en una nota personal. A veces yo me frustro y me desanimo del estado actual de la iglesia de la que soy parte, y de la que amo. Junto con las bendiciones del Señor (al igual que con ustedes) y con el entendimiento de que toda Su Palabra es válida y que Yeshua quiso decir lo que Él dijo cuando Él dijo que no vino abolir la Torá o los Profetas, también vino una realización que la mayoría de la iglesia a la que yo tanto amo se ha alejado tanto del Señor.

Nosotros los cristianos hemos llegado a ser una réplica precisa de la sociedad religiosa judía en la cual Yeshua vivía; una sociedad que declara y proclama para Dios, pero a la misma vez generalmente prefiere observar las tradiciones y doctrinas de hombre en vez de las instrucciones y proclamaciones directas y claras dadas a nosotros en la Palabra escrita del Señor.

Me es recordado por parte de los grandes maestros bíblicos del pasado y del presente a quienes estudio y confío, que ser maestro significa, que algunos principios y hechos fundamentales deben ser reafirmados una y otra vez, en contextos variados, para que finalmente puedan ser comprendidos e internalizados por los estudiantes. Por lo tanto, como su maestro quiero tomar unos minutos para recordarle de POR QUÉ es tan crítico para nosotros convertirnos en defensores de la Torá, el Antiguo Testamento, Israel, el pueblo judío, y todo el cuerpo de las Sagradas Escrituras que llamamos la Biblia. Y hago esto en el espíritu de Moisés en Deuteronomio quien en la mayor parte NO está dando información nueva; sino que más bien recordándole a la gente lo que ya han escuchado y ya saben; pero es crítico que permanesca a la vanguardia de su pensamiento en todo momento y a lo largo de todas sus generaciones, y especialmente para esta segunda generación del Éxodo a la cual él se está dirigiendo.

A veces en nuestro pequeño mundo de la clase de Torá a nosotros se nos olvida que la mayor parte de la iglesia piensa hasta cierto grado diferente de lo que nosotros pensamos sobre la Sagrada Escritura. Muchos de ustedes han venido donde mí frustrados por tener que defenderse constantemente; el por qué tienes que repetirle constantemente a tus amigos y familiares que no te has unido a un culto, ni renunciado a Jesús; y todo esto por solo haber escogido estudiar la porción del Antiguo Testamento de la Santa Biblia y reconocer que la Biblia es un documento hebreo. Nosotros también podemos olvidar fácilmente que la gran mayoría de la doctrina cristiana moderna tiene como núcleo el antisemitismo y declara inmediatamente que a) Israel ha sido reemplazado por los cristianos gentiles, b) que cuando Dios vino a la tierra como Yeshua cambió la mayoría de Sus reglas previas y principios y abolió Sus convenios, y c) que con solo abrir los libros del Antiguo Testamento (mucho menos estudiarlos y tomarlos en serio) equivale a desechar a nuestro Salvador y volver a la Ley (lo que sea que signifique en sus mentes).

En ninguna parte, por supuesto, en la escritura dice tal cosa; pero ese es el problema básico de seguir la doctrina (al menos en cuanto a lo que la doctrina es definida en el uso moderno de la palabra). El cristianismo basado en la doctrina a menudo está en desacuerdo con el cristianismo original y antiguo basado en las Escrituras. Es irónico que parecemos entender (porque se nos ha enseñado desde niños en la escuela dominical) que aun cuando los judíos de los días del Mesías aseguraban que sus tradiciones no eran más que una buena y adecuada interpretación bíblica, de hecho mucho de estos eran líderes hebreos religiosos que apoyaban filosofías hechas por el hombre que rodeaban las realidades políticas del día y personificaban sus propias agendas personales, y también les permitía formar grupos apartes que le eran leales principalmente a ellos y a menudo por razones de ganancia personal. La ironía de esto es que la iglesia ha hecho esencialmente lo mismo durante siglos y en lugar de reconocerlo por lo que es, lo hemos aceptado como normal y bueno.

Al igual que los judíos de antigüedad fueron motivados a estudiar las tradiciones judías (el Talmud) y desanimados para que no estudiaran todos los pasajes de la Torá, sino que solo algunos seleccionados que parecían validar sus tradiciones, así mismo los cristianos modernos fueron motivados aceptar diversas doctrinas sin cuestionarlas, y fueron desanimados a estudiar cualquier cosa excepto pasajes selectos del Nuevo Testamento, principalmente los Evangelios.

En uno de los documentos cristianos seminales de la era moderna, a finales de los 1800, uno de los eminentes líderes de la iglesia Europea de aquella época, Adolf Harnack, dijo lo siguiente:

El rechazar el Antiguo Testamento en el siglo II fue un error que la iglesia resistió con razón; el conservarlo en el siglo XVI era una suerte de la cual la reforma no podía escapar; pero para todavía preservarla (el AT) en el siglo XIX como uno de los documentos canónicos del protestantismo es el resultado de la parálisis religiosa y eclesiástica.

En otras palabras, aunque en la antigüedad la iglesia no tenía más remedio que retener el Antiguo Testamento ya que hasta la llegada del siglo III no HABÍA ninguna otra Sagrada Escritura que no fuera el Antiguo Testamento (no se había creado todavía un Nuevo Testamento) , para la mente de Harnack (siglo 19 de Europa) no había ninguna otra excusa para que los protestantes conservarán ninguna porción del AT como texto bíblico válido. Que el retenerlo era sólo la parálisis religioso (como él lo llamaba) el que la iglesia finalmente y explícitamente no afirmara que el AT era un documento anticuado que no tenía lugar en nuestras Biblias o vidas cristianas.

Su argumento fue bien recibido y se aceptó como el estándar por el cual la iglesia occidental formó sus teologías y doctrinas; y así la puerta, desde ese entonces, se le ha cerrado herméticamente al Antiguo Testamento para el cristianismo en el Occidente.

Afortunadamente, no todos los teólogos respetados cayeron presa de esta horriblemente equivocada pero popular mentalidad liberal. Cerca de 100 años después de las observaciones de Harnack, un tal disidente, el Dr. Walter Kaiser, hizo esta afirmación que resume tan elocuentemente y poderosamente el estado actual de la corriente principal del cristianismo; un estado y una mentalidad de la que es mi meta en la clase de la Torá escapar, y cito:

No importa cuán grande sea la uniformidad de opinión desde los escritores de NT hasta la reforma, y no importa cuán grandes sean las dificultades para responder a las preguntas formales y materiales que se plantean aquí, el AT sigue siendo el problema más central y decisivo para la teología cristiana. Como nosotros respondamos a este problema establecerá automáticamente gran parte de nuestra teología cristiana, ya sea que lo hagamos de manera deliberada o no reflexiva.

Las implicaciones de este movimiento en la construcción teológica son masivas. Nuestras respuestas a este problema (de cómo pensamos del AT) decidirán:

… cómo nosotros entendemos a Jesucristo en su carácter histórico, su contexto judío y su validación divina.

Esto decide la visión de la iglesia de sí misma como la iglesia de Dios, como un elemento en el misterio de la acción salvadora de Dios en la historia. La misma decide nuestra interpretación de la salvación que nos ha dado en Jesucristo,… nuestra estimación de la vida terrenal y temporal. . . Se refiere… a la relación de la iglesia de Jesucristo con el pueblo escogido de Israel. Todo nuestro entendimiento del Reino de Dios — y por lo tanto también de la universalidad de la fe cristiana, de la iglesia cristiana y del cristianismo — está determinado por lo que pensamos del Antiguo Testamento y cómo lo manejamos.

Por lo tanto, es difícil pensar en muchas áreas de la teología cristiana que no se ven afectadas de una manera importante, ya sea por la inclusión o la omisión deliberada de los datos del AT de su sistematización. Además, cuando se recuerda que más de tres cuartas partes de la Biblia entera se encuentra en el AT, es suficiente hacer una pausa antes de pasar por alto este registro tan extenso de la revelación de Dios a la humanidad.

En otras palabras, el Antiguo Testamento es el documento formativo DEL CUAL el NT sale. El AT es el contexto de cómo uno DEBE entender a Jesús, Su misión de Salvación, lo que la salvación equivale a, como la iglesia debe lucir e incluso cómo nosotros definimos exactamente lo que esa entidad llamada “el Reino de Dios” en realidad es. Kaiser dice que cómo los cristianos valoran el AT, o alternativamente lo desechan como inútil, determinará cada elemento de nuestro sistema de creencias.

Damas y caballeros, para nuestra época, dentro de la iglesia (ya sea judío o gentil) no hay una pregunta más decisiva con la cual batallamos que sea aceptar TODA la Palabra de Dios, o separar todo lo que se da como Sagrada Escritura que viene antes del libro de Mateo. ¿Buscamos y actuamos sobre los verdaderos oráculos dados directamente por el Señor en la Torá; ¿o sólo consideramos partes de ciertos libros que sirven para validar cientos de años de filosofías teológicas desarrolladas por las instituciones que afirman gobernar la cristiandad?

Encogeremos aún más nuestras Biblias descartando el 50% de los pasajes del Nuevo Testamento que no son más que citas directas de AT? Porque si el AT está muerto y obsoleto y clavado a la cruz, entonces ¿cómo justificamos retener la porción de su contenido que forma más de la mitad del Nuevo Testamento?

Esta es la parte central del mensaje que Moisés está trayendo a Israel en Deuteronomio. Moisés pregunta: ¿Israel, creerás y harás toda la palabra de Dios?; ¿o regresarás a las doctrinas de los hombres y a los espíritus elementales y a la naturaleza de adoración como en Egipto? ¿Escucharás y obedecerás al Señor, o simplemente vas a ser condescendiente para así retener los beneficios de la sociedad y la cultura a la que perteneces? ¿Te darás cuenta de que la Sabiduría del Señor es la verdad suprema, o elegirás valorar tu intelecto (o el intelecto de tus líderes) como superior a lo divino? Moisés dice que una de estas dos formas es la vida, y la otra es la muerte. Así que elige la vida.

Vamos a enfocarnos, con la ayuda del Señor, en este poderoso capítulo 4 de Deuteronomio.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 4

Luego de que Moisés explica que Israel debe obedecer (por amor propio) lo que está a punto de seguir, y que nada debe ser añadido, quitado o alterado de estas instrucciones; dice en el versículo 5 que estas reglas deben ser obedecidas dentro de la Tierra Prometida (Canaán) en la cual pronto van a vivir.

Nosotros hablamos brevemente la semana pasada sobre los tiempos del verbo hebreo y que en el hebreo bíblico no hay tal cosa como los tiempos pasados, presentes o futuros como en el español. Más bien, hay lo que los eruditos han etiquetado como el perfecto e imperfecto que denota más en un caso un proceso en curso, y en el otro caso que se ha completado un proceso.

Al principio del versículo 5 tenemos un buen ejemplo de este tiempo de los verbos y el problema que causa en la interpretación; normalmente la traducción al español de este verso es algo así, “….. Mira, he impartido a ti leyes y reglas……”. El tiempo pasado se emplea indicando que las leyes y reglas que Moisés está hablando fueron dadas en el pasado. Pero ese no es el significado del tiempo hebreo empleado aquí. Más bien, este es el tiempo imperfecto (a veces llamado el tiempo incompleto) que indica que Moisés está hablando de un proceso en curso. Por lo que una mejor traducción podría ser, “… estoy impartiéndole a ustedes leyes y reglas”. Mejor, pero aún no preciso porque se trata de un proceso EN CURSO; Esto significa que algunas leyes fueron dadas y algunas siguen siendo dadas. El proceso continuo de dar las leyes y definir su significado y aplicación ha estado ocurriendo desde el Monte Sinaí y todavía no ha terminado.

Luego un principio importante que, por supuesto, continúa en el Nuevo Testamento se presenta en el versículo 6: el mismo es que la PRUEBA de la lealtad de Israel para Jehová estará en aquellos que ESCUCHAN las leyes del Señor y OBEDECEN sus leyes. No confundas esta PRUEBA con que sea lo mismo que una SEÑAL. La señal de la relación de Israel con el Señor es la circuncisión del varón (del Pacto de Abraham) y la observancia del Shabbat (del Pacto de Moisés). La PRUEBA (es decir, la suma de la evidencia externa de su fe en Jehová) está en lo bien que lo llevaron a cabo. La versión del NT de este principio se encuentra en el libro de Santiago: LBLA Santiago 2:17 “Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin las obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.”

Nunca dejes que nadie te diga que la PRUEBA de tu fe es la aceptación de Cristo. No. La señal de tu aceptación de Cristo (la SEÑAL del nuevo Pacto) es el Espíritu Santo en ti (que, por cierto, es invisible y para que nadie pueda verlo incluyéndote a ti mismo). Por lo tanto, la prueba de tu fe (dice Moisés y luego Santiago) está en el fruto que produce, tus obras. Y las obras generalmente significan buenas acciones hacia los hombres y obediencia plena a los mandamientos de Dios.

No es que el Señor Dios necesite ver tus obras como prueba de lo que él está buscando; Él fue quien tomó la decisión de DARTE al Espíritu Santo por lo que Él ya determinó el estatus de tu fe. Más bien, la prueba (en forma de obras visibles y tangibles) es para que OTROS puedan beneficiarse. Como dice en Deut. 4:6, “…. Así que guardadlos (las Leyes) y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: “Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.”

Así que, mientras que, por un lado, los hebreos no procuraron hacer el proselitismo ni la conversión, fue la vida de su fe a la vista de los no hebreos la que Jehová dice que sería atractiva para esos extranjeros. Yo he afirmado muchas veces que el método más efectivo (y realmente, sólo) de llevar las Buenas Nuevas al pueblo judío de Israel es vivir tu fe y permitirles a ellos que vean tu amor (o mejor, el amor de Yeshua en ti) no meramente citar los pasajes bíblicos de NT. En realidad este es probablemente el mejor y el método más auténtico bíblicamente de llevar el Evangelio a cualquier persona, incluyendo a tu familia.

Moisés está en el medio, aquí, de señalar dos puntos: Primero, que la entrega de la ley específicamente para Israel indica la creación de una relación sin precedentes entre Dios y una nación en particular de personas que no tiene paralelo en la historia ni en ninguna otra sociedad; y segundo, que las Leyes del Señor son superiores a todas las leyes y principios hechos por el hombre y la justicia inherente dentro de sus ordenanzas son perfectas. Que en realidad las leyes de Dios no son más que un reflejo de Dios. Su carácter fue hecho conocido y repetido en Sus Leyes. ¿Quieres REALMENTE saber quién es Dios? Entonces aprende sus leyes y mandamientos y HAZLOS.

Luego Moisés le da a Israel una advertencia en contra de la idolatría. La BASE para la prohibición en contra de hacer dioses-ídolos se explica con un poco más de detalle aquí en Deuteronomio capítulo 4 y es esto: dado que el Señor no apareció en ningún tipo de forma física a Israel en el Monte Sinaí, entonces Israel NO debe tratar de fabricar ninguna clase de forma física para representar a Dios. Después de todo, si nunca has visto como Dios se parece, ¿cómo puedes hacer una representación precisa de Él? Más bien, puesto que Dios hizo que Su presencia se conociera en “palabras” (recordemos que Dios HABLÓ audiblemente a Israel en el Monte Sinaí), entonces Israel debe transmitir el conocimiento de Jehová a las generaciones futuras en palabras y obras y no en símbolos e imágenes de Dios como los paganos hacen.

Esto era una desviación tan radical de las normas de todas las culturas mundiales de esa época. El pensamiento era que sin una imagen de un dios (un ídolo), no había manera de adorar a ese Dios. Los ídolos eran entregados de generación en generación como un medio para instruir a los miembros de la familia sobre los dioses de la familia. Jehová dice NO HACER una imagen de Mí porque yo no soy de este mundo y por lo tanto nada que ustedes puedan hacer podrá capturar Mi esencia.

Permítanme hacer un punto aquí que creo que podría ser útil para explicar CÓMO es, entonces, que debemos percibir al Señor, ya que no vamos a hacerlo con imágenes visibles.

A.J. Herschel lo describe maravillosamente: “la esencia del pensamiento religioso judío no miente en entretener el concepto de Dios, pero en la capacidad de articular un recuerdo de los momentos de iluminación por Su Presencia. Israel no es un pueblo de definidores, sino un pueblo de testigos”. En otras palabras, el PUEBLO de Israel realmente presenció lo que Dios les dijo directamente, y verdaderamente fueron testigos de las grandes obras de Dios por ellos, y entonces esa información fue comunicada de manera fiable de generación a generación; la misma fue a través de la prueba de cientos de miles de testigos oculares (incluso millones) de personas comunes que la Torá de Dios es ciertamente un oráculo directo del Señor.

Ni el judaísmo ni el cristianismo basan nuestra religión en el pensamiento especulativo y en las grandes filosofías religiosas (aunque ambos han sido infectados por esto a lo largo de los siglos, y parte del objetivo de la clase de Torá es distinguir entre la verdad y la tradición); más bien nuestra fe debe basarse en la experiencia real con Dios: tanto la experiencia de nuestros padres de la fe como nuestra propia experiencia PERSONAL con Dios. Los israelitas REALMENTE escucharon las palabras de Dios, y los creyentes en Yeshua han recibido realmente el Espíritu Santo del Señor. Ambas experiencias se basan en la relación. NUNCA la religión de los judíos fue basada en algún seguimiento mecánico de un código legal, ni se basó en símbolos sagrados de Dios; la misma se basó en una relación experiencial histórica con Jehová. Esas leyes eran sencillamente la respuesta adecuada s esta relación, al igual que la respuesta adecuada de un creyente moderno a nuestra salvación también debería ser la obediencia.

Por lo tanto, dice Moisés, tu (Israel) no vistes nada de Dios en el Monte Sinaí, pero sí escuchastes Sus palabras directamente de su voz. Eso no significa que no hubo una experiencia visual que le acompañó. Los israelitas vieron fuego y humo; el cielo se volvió oscuro como la noche. La idea es que la presencia del Señor hizo un impacto absolutamente inolvidable porque fue diseñado para eso. La naturaleza misma se vio afectada por el poder y la presencia de Dios. Se suponía que debía provocar asombro, reverencia Y un temor saludable. A mí me disgusta cuando escucho a un cristiano con buenas intenciones decir que desde el advenimiento de Cristo no tenemos ninguna razón para temer a Dios nunca más. Wow. No hay doctrina más peligrosa que ésta. MÁS te vale temerle a Dios. Todos los apóstoles le temían a Dios. Hasta los primeros gentiles que aceptaron al Dios de los judíos, fueron llamados temerosos de Dios.

El versículo 15 continúa la amonestación por Moisés de no hacer ninguna imagen de YHWH porque los israelitas nunca habían visto la forma de Dios. Ten en cuenta que Moisés NO está hablando de hacer imágenes de dioses falsos o paganos. ¿Acaso no es interesante el hecho que este mandamiento y amonestación en particular toma tanto tiempo en la agenda de Moisés? Bueno, debería; porque la falta de mantener este mandamiento llevó a la muerte a decenas de miles de israelitas en el desierto, y sucedería una y otra vez con una regularidad alarmante porque la gente sencillamente no tomó esta advertencia lo suficientemente en serio.

En lo que concierne a Dios, la idolatría es peligrosa porque ofende Su santidad. En lo que concierne a los hombres, la idolatría es peligrosa porque Dios ha ordenado que es una ofensa capital.

La idolatría es peligrosa en varios niveles; ese es el problema con la misma. Me pregunto: ¿cree usted que un día los israelitas escrupulosamente no hicieron ninguna imagen de Dios, y al día siguiente se despertaron y comenzaron a fabricar ídolos y hasta llegar a los miles? ¡Es posible que pasaron de una determinación de NUNCA hacer ídolos en un lunes, pero el martes tuvieron una reunión y dijeron: “oye, tengo una idea, vamos a empezar a adorar ídolos!”

Así no es como operan los humanos, ¿verdad? Comenzamos con la determinación de obedecer pero con el tiempo encontramos una razón para ceder con algo muy pequeño aquí y allá. Nosotros racionalizamos y debatimos cuál es el significado de “es”, y Rebanamos la cebolla un poco más finita cada vez para probar nuestro caso, y muy pronto tomamos un poco más de libertad. Miramos alrededor y observamos que Dios no nos ha golpeado todavía, así que pensamos que todo está bien y damos el siguiente pequeño paso. Israel estuvo durante siglos patinando y progresivamente transgrediendo en las leyes de Dios que prohibían la idolatría. Nada obviamente malo sucedió recientemente por lo que tomaron aún más libertades. De repente, el exilio. Y lo que es interesante es que a pesar de las advertencias de los profetas para PARAR la idolatría o los israelitas sufrirían las consecuencias, la gente generalmente respondía con, “¿qué idolatría?” Ellos pensaron, oigan, todos amamos y adoramos a Jehová. Tal vez tenemos estos pequeños símbolos por ahí, pero eso no puede ser de lo qué se trata esos mandamientos; los mismos parecen tan inofensivos. Pero en el minuto en que el juicio divino golpeó, la gente se quejó y gritó y gritó al Señor: “HEMOS PECADO”. Ellos instantáneamente sabían lo que habían hecho.

¿Qué estoy tratando de mostrar? Observe algunos de los ejemplos que siguen que el Señor sabía que los hebreos serían atraídos instantáneamente y que utilizarían para hacer imágenes de Él; así que Él dice, “no vayas allí”. Versículo 16: “no hagas imagen tallada de ningún tipo de semejanza”. Bueno, eso parece bastante comprensivo. Un poco más tarde en ese mismo verso: “no hagas imagen de un hombre o una mujer.” OK, eso sin duda parecería limitar las estatuas religiosas. Versículo 17: “no hagas imagen de un animal que viva en la tierra ni de ninguna ave”. Entendido. Ahora, cuando los hebreos terminaron haciendo imágenes de Dios de vacas y pájaros y todo tipo de otras cosas, ¿acaso ellos realmente creían que esto es a lo que Dios se parecía? No, no lo creían. Los animales eran, representaciones simbólicas comúnmente aceptadas de los atributos de Dios, NO de su apariencia física real. Los hebreos no pensaban que Dios se veía como un águila o una oveja o una serpiente de bronce. Más bien esto, representaba que el Señor se elevaba sobre ellos en los cielos, que era bondadoso y gentil por un lado y podía matar (o sanar) tan instantáneamente como una serpiente podía atacar a otro. El Señor dice: ESTO es adoración de ídolos.

Ahora, veamos el versículo 18. Otro ejemplo de un objeto tentador pero prohibido que podría ser utilizado como un símbolo de Dios fue……. “¡el pez!” Hmmmm eso posiblemente no podría significar MI pez. Porque yo no adoro a mi pez como una imagen de Dios. Ahora, el símbolo de pez de esa otra persona podría estar mal, pero mi pez me RECUERDA a mi fe. Mi pez sólo simboliza la obra de mi Salvador, que es Dios, que él es un pescador de hombres. La misma sólo simboliza un atributo.

¿Ves el problema aquí? Todos conocen el pez del que hablo. El problema es el siguiente: nosotros no siempre sabemos cuándo hemos cruzado la línea divina en la arena. Y eso es porque NO somos nosotros los que trazamos la línea o juzgamos cuando se ha violado. Usar un símbolo de pez no es necesariamente adoración de ídolos, pero puede convertirse en adoración de ídolos. No había muchos israelitas alrededor en los tiempos bíblicos que admitían la adoración de ídolos. Cuando los profetas le suplicaron a Israel que detuvieran su adoración de ídolos, la mayoría no lo reconocía porque se engañaban a sí mismos para creer que tenían todo bajo control. Que lo que estaban haciendo podría haber estado cerca de la línea, pero no estaba en la línea. ¡Entonces, boom! ¡Juicio! Y todos pensaron: “debí haberlo sabido”. Demasiado tarde.

Luego Moisés dice no empiecen a ponerle características divinas a las estrellas o al sol o a la luna. No es que estos objetos celestiales no fueron hechos divinamente para propósitos divinos (los mismos eran). ¡Pero así también fue con nosotros y ciertamente no somos divinos! ¿Te apasiona la astrología? Se sabio y déjalo ahora; es una pendiente resbaladiza. Mira: el principio esencial es que no debemos adorar a ninguna cosa creada y como Dios creó todo menos Él Mismo, necesitamos tomarnos esto en serio. Así que esta prohibición incluye la adoración a ángeles, demonios, los vientos, los Santos, los cielos, los pastores, los maestros e incluso los televangelistas.

Una declaración asombrosa se hace en los versículos 19 y 20; las escrituras dicen que Israel no debe postrarse ante las estrellas y a la luna porque ellas fueron asignadas para adorar a las otras naciones. ¿Qué significa ESTO? La idea es que era natural, aunque equivocado, que los hombres estuvieran tan asombrados de los cuerpos celestiales que la respuesta podría ser poco más que inclinarse hacia ellas. Y que si el Señor no hubiera dado instrucción de no hacerlo, y si Él no se hubiera dado Él Mismo como objeto de adoración, los hombres serían atraídos a adorar a estos objetos como los mimes a una fruta. Pero como él separó a Israel; y puesto que Él se dió a Sí Mismo para darles algo que ninguna otra nación tenía (su Torá), entonces era el deber de Israel de poner la adoración de estos objetos espectaculares, pero creados, y disfrutar del privilegio de saber que lo único que vale la pena adorar era el Dios Auto-existente, Jehová.

Nosotros terminaremos la semana que viene con el capítulo 4.