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Deuteronomio Lección 12 Capítulos 9 y 10

Deuteronomio

Lección 12, Capítulos 9 y 10

 

Nosotros continuaremos hoy con Deuteronomio capítulo 9. Permítanme recordarles que Deuteronomio es esencialmente un sermón de Moisés, y así he estado (y continuaré) presentándoles a Deuteronomio de una manera similar.

Es una realidad de la condición humana que a medida que pasa el tiempo la historia se vuelve a escribir, se reinterpreta, y a veces se pierde por completo. Y realmente no toma un período particularmente largo de tiempo para que esto suceda; una década suele ser más que suficiente para que la historia se distorsione o se descarte.

La Constitución de los Estados Unidos es un buen ejemplo. Y utilizo esto como una ilustración porque demuestra quizás la razón principal por la que Moisés está gastando una cantidad significativa de tiempo en volver a visitar la historia de Israel y su relación de pacto con Jehová.

Nuestra Corte Suprema cuyo trabajo es (al menos en teoría) interpretar y aplicar la Constitución a nuestro sistema de justicia que debe operar en una sociedad en constante evolución, consiste de hombres y mujeres quienes pueden ser divididos en dos filosofías diferentes. La primera filosofía es de aquellos que creen que la Constitución es un documento vivo que está destinado a cambiar con los tiempos, y por lo tanto es el propósito de la corte reinterpretar e incluso ajustar la Constitución en relación con las necesidades cambiantes de la sociedad según lo vean necesario. Alternativamente, están los jueces que ven la Constitución como escrito en piedra y piensan que es el propósito de la corte determinar lo que estaba en la mente de los creadores de la Constitución y aplicar fielmente la pregunta reciente versus aplicar sus propios pensamientos. Es decir, deben buscar la intención de los creadores y aplicar eso a cada caso que se les presente a ellos.

Aquí en Deuteronomio Moisés está revisitando la Ley y la historia de Israel para que la generación subsiguientes (estos, los hijos de la 1ª generación del Éxodo) reciban una instrucción más detallada sobre la mente de Dios y los propósitos de Dios para la ley, y para que ni el significado de la ley ni los acontecimientos que construyeron y definieron a Israel pudieran ser malinterpretados. Ten en cuenta que han pasado menos de 40 años desde que se dio la ley por primera vez; y además otro aviso de que Moisés NO estaba dando a Israel una Ley nueva o una en evolución; simplemente él estaba exponiendo la Ley existente, y cómo su principio subyacente operaría una vez que Israel dejara sus tiendas beduinas y empezara a vivir una vida establecida en Canaán.

Escondidos en lo profundo de los libros de los Salmos y de los profetas, encontraremos lo mismo: ellos están constantemente recordándole a Israel su historia, su relación con Dios, y a pesar de las altas y los altibajos y las tecnologías que progresan constantemente, justo lo que el Señor sigue esperándo de Su pueblo escogido.

Cuando lleguemos al Nuevo Testamento encontraremos a Yeshua haciendo lo que Moisés está haciendo cuando el Mesías revisita la Ley y los principios de Dios a la luz de la realidad de la época y sus circunstancias. Cristo les está recordando a sus seguidores que no ha cambiado ni el rasgo más pequeño de la Ley o la sustancia divina sobre la cual descansa, no ha cambiado o no ha sido abolida. Ya yo he delineado (en una lección anterior) el patrón directo y el paralelismo entre el Sermón del Monte de Moisés (el cual actualmente estamos estudiando) y el Sermón del Monte de Jesús que ocurrió 1300 años más tarde. Para los días de Yeshua, como cualquiera que me escuche ahora debe entender, una enorme cantidad de tiempo había pasado desde el día de Abraham y la sociedad hebrea no se parecía nada de cómo se veía durante el Éxodo. Pero, como era de esperar, desde que se dio la ley en el Monte Sinaí, hubo muchos intentos de varios sabios Hebreos y autoridades religiosas de reescribir y reinterpretar la Ley y de remodelarla a su propia satisfacción. Los líderes religiosos judíos determinaron que tenían la autoridad y la inteligencia de élite para ajustar el significado detrás de la Ley e incluso para desviar los principios fundamentales de Dios de la Torá para reflejar sus agendas personales. Y gran parte de la sociedad judía había aceptado estas formas relativamente nuevas de pensar (algunas de las cuales iban completamente en contra de la intención del Creador) porque la historia de Israel había sido re-escrita un número de veces FUERA de las Sagradas Escrituras.

Ahora ellos tenían en su posesión los registros antiguos de su historia y de la Palabra de Dios real como se dio originalmente: el Tanach, el Antiguo Testamento. Pero ellos prefirieron, en cambio, dejarse llevar por las reglas de los intelectuales de su época llamados sabios y rabinos; y estas sentencias fueron eventualmente recogidas en una obra de tradiciones prescritas llamadas el Talmud.

Pocos estadounidenses (al menos los americanos menores de 50 años) han leído alguna vez ese documento bastante corto que es el fundamento de toda nuestra sociedad (la Constitución). Cuando estaba en la escuela primaria (hace mucho tiempo atrás) el leer la Constitución e incluso tomar un examen era algo obligatorio. Con el tiempo, la Constitución ha sido relegada a algo ininteligible y que se aproxima a la obsolescencia, por lo que preferimos que nuestros representantes electos (y a menudo los hombres no elegidos llamados jueces) decidan y nos cuenten lo que dicho documento dice y quiere decir. Eso es, en general, la forma en que fue y permanece con el pueblo judío en cuanto a la Torá y la Ley de Moisés. Ellos prefieren leer los registros de la Tradición, y practicar fielmente los dictámenes de los sabios y los rabinos, que referirse directamente a la Palabra de Dios y ser obedientes a la misma. No es sorprendente que el cristianismo haya seguido el mismo camino y prefiera mucho las doctrinas establecidas por los fundadores de nuestra denominación en vez de lo que la Biblia actualmente dice, porque aun cuando nosotros podemos ser redimidos, nosotros todavía somos humanos.

Así que al continuar hoy en Deuteronomio capítulo 9 vamos a encontrar a Moisés recordándole a la gente de cosas que ocurrieron sólo un puñado de años atrás; no sólo porque esta era una nueva generación que necesitaba escucharlo, sino porque (como veremos rápidamente) estos israelitas ya habían comenzado a reescribir la historia y adoptar ideas extrañas sobre cuál era su relación con Jehová. Y veremos POR QUÉ esta distorsión ocurrió en primer lugar.

Vamos a volver a leer en Deuteronomio 9:6 hasta el final del capítulo.

VOLVAMOS A LEER DEUTERONOMIO 9:6 hasta el final

Moisés acaba de explicarle a Israel que lo único que los separa de todos los demás es que Dios los eligió. Y que Él no los eligió porque tenían algún tipo de rectitud inherente que otros no lo tenían o porque hacían mejores obras o habían logrado algún plano espiritual superior debido a su propio mérito. Más bien ellos fueron los afortunados beneficiarios del amor y la atención especiales del Creador por el bien de la promesa que Él hizo siglos antes a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.

Comenzando en el versículo 7, Moisés ahora relata pruebas históricas indiscutibles como prueba para el pueblo de que no habían merecido nada, no ganaron nada y no merecían nada más que la ira de Dios; pero en cambio recibieron su mayor misericordia y bendición.

Moisés dice que apenas habían puesto el pie fuera de Egipto cuando se rebelaron en contra del Señor. Luego lo volvieron a hacer en Horeb (un nombre alterno para el Monte Sinaí). Al llegar al Sinaí Moisés fue llamado por Jehová a subir a la cumbre para recibir la Ley; ¡pero mientras él estaba allí en el medio de cortar un pacto con Dios y recibir los términos de ese pacto (la Ley), la gente estaba en el valle rompiendo esos mismos términos!

Mientras Moisés estaba recibiendo la Ley, el pueblo construyó un Becerro de Oro, un símbolo de un dios, una prohibición a imágenes. Esto fue sin duda el Toro de Isis, una imagen de deidad egipcia mayor que era común en la vida cotidiana de ellos cuando estaban en Egipto y algo con lo que ellos estaban muy familiarizados. Permítanme utilizar este momento para recordarles algo que es bastante pertinente a la iglesia moderna y al mismo tiempo terriblemente mal entendido: un animal era utilizado a menudo como un símbolo de la deidad en el mundo antiguo. NO era (en general) que ellos pensaban que algún animal en particular realmente ERA una deidad. Más bien ciertos animales eran elegidos porque estaban asociados con atributos particulares que eran admirados. Los toros eran grandes y fuertes y poderosos, por lo que fueron los atributos de la fuerza y el poder del dios Isis simbolizados por las estatuas del Toro. Los conejos solían ser utilizados para simbolizar la fertilidad y muy a menudo las diosas de la fertilidad se fotografiaban con rasgos de conejo; pero en realidad no se pensaba que los conejos fueran diosas. Así que en el mundo antiguo la mayoría de los ídolos y símbolos de animales eran exactamente eso…. símbolos…… representaciones…… no dioses reales.

Y aunque esto variaba un poco de una cultura a otra, no es nada diferente a hoy en día dentro de algunas de las iglesias ortodoxas orientales y en la iglesia católica, donde las estatuas representan a Jesús, o María, o algunos de los grandes santos de antaño, pero NO piensan (generalmente hablando) que las estatuas en realidad SON Jesús, o María, o algunos de esos Santos.

Así que cuando el Señor ordena en el 2do mandamiento NO hacer una imagen de Él, y luego pasa a describir todas las cosas que NO deben ser utilizadas para hacer tal cosa, NO es tanto que la gente pensará que esa imagen realmente ES Él, sino que una cosa creada se está utilizando para definir o ilustrar o simbolizar un atributo divino o una característica DE Él. Ese es el peligro directo que nosotros los cristianos modernos debemos tener siempre en cuenta cuando consideramos crear nuestros íconos y símbolos religiosos y racionalizarlo todo pensando, “bueno, no adoro ese símbolo o realmente pienso que es Dios”. Tampoco la gente de la antigüedad, pero el Señor todavía los llamaba idólatras.

La semana pasada mencioné la escena en la que Moisés llega al fondo de la montaña, ve a la gente bailando alrededor del becerro de oro, y rompe las tablas de piedra del Pacto que acababa de recibir de YHWH. Entiendan: en ese momento, el Pacto, antiguo, se deshizo. El Pacto NO se había simplemente violado y ahora era nulo; ese es el significado estándar del Medio Oriente de romper las tabletas sobre el cual los términos de un pacto fueron escritos. Permítanme decirlo de nuevo: el Pacto de la Ley que Dios acababa de dar a Moisés fue terminado en ese momento.

¡Entonces Moisés continúa diciendo que como resultado de la anulación del Pacto, realmente ya no había necesidad de que Israel existiera! Se suponía que Israel era el agente terrenal de Dios para llevar a cabo el Pacto que llevaría a la redención de la humanidad; pero ahora no había un pacto que se llevara a cabo. ¡Por lo tanto, Dios le dice a Moisés que Él va a destruir a Israel y formar un nuevo pueblo con un pacto, todos ellos provenientes de Moisés mismo!

Presta atención de algo más: Aarón, el hermano de Moisés, que era el sumo sacerdote, también iba a ser destruido. Así que hasta la línea sacerdotal no continuaría. En Éxodo nosotros no vemos a Aarón ser señalado para destrucción debido a su papel en la idolatría del Becerro de Oro; pero aquí si lo vemos.

Sobre esa amenaza, Moisés comienza a suplicarle a Dios que no haga tal cosa, que perdone a Su pueblo y que los restaure, y entonces Dios cede. Aquí vemos quizás el momento más grandioso de intercesión por parte de Moisés hacía Israel en toda la Torá; aún más grande que ser el instrumento de Dios para milagros e ira en Egipto. Ya que la ÚNICA cosa que salvó incluso al sumo sacerdote de Israel, y mucho menos al propio Israel, fue que Moisés era el Mediador designado por Israel. Sólo Moisés podía interceder entre Dios y el hombre. Moisés oró al Señor y le pidió a Él que recordara que esas personas ya habían sido redimidas y que estaban marcadas para ser el pueblo especial del Señor.

Moisés le pidió a YHWH que recordaría Su promesa para los Patriarcas y que perdonara la iniquidad del pueblo; que fue el Señor mismo quien hizo todas esas grandes cosas PARA ese pueblo, y por lo tanto Él simplemente volvería a su Santa promesa y mostraría al resto del mundo que Él no pudo seguir adelante con Su plan.

Justo aquí tenemos el patrón exacto que eventualmente se demostraría a través de Yeshua nuestro Mesías. Lo único que puede salvar a CUALQUIER hombre es la mediación de un hombre especialmente designado. Y esto se debe a que la Ley dice que el pecado intencional contra Dios es un pecado mayor, y un pecado mayor no tiene ninguna posibilidad de expiación. ¿Quién podría pararse entre Dios y el hombre en una disputa? Sólo un mediador nombrado por Dios y en toda la historia, Dios ha nombrado exactamente dos: Moisés y Yeshua. Sin embargo, no están en pie de igualdad. Porque Moisés fue 100% hombre, pero Cristo fue 100% hombre y 100% Dios.

Moisés no apeló basado en los fundamentos de la propia justicia de Israel para que fueran salvos de la justa ira de Dios; más bien él apeló basado en los fundamentos de la justicia de Dios. Yeshua apeló exactamente de la misma manera. Lo he dicho antes y sin disculpas lo repito: tu maldad y la mía NO cesaron con nuestra redención al igual que con Israel. Sin embargo, esa redención trae consigo una provisión especial ante el Señor; que los pecados resultantes de nuestra maldad pueden ser perdonados. Permítanme decir otra vez: SÓLO la redención trae consigo la capacidad para que esos pecados sean perdonados. Cualquiera fuera de la nación de Israel en días de antiguedad NO tenía absolutamente ningún MEDIO para que su iniquidad fuera perdonada. Nadie. Desde la venida de Cristo, nadie fuera de Sus seguidores tiene NINGÚN MEDIO para que sus obras de maldad sean perdonadas. Nadie. Pero no se vuelvan arrogantes o autocomplacientes, porque el pecado directo en contra de Dios que se denomina “pecado mayor” se llama “blasfemia del Espíritu Santo” en el Nuevo Testamento; y por este ni siquiera la sangre de Jesús es suficiente.

Por mucho que ame y apoye y defienda al pueblo judío, no hay ningún medio fuera de Yeshua para que sus ofensas sean perdonadas. No hay un plan de salvación para los judíos, y un plan de salvación separado para todos los demás. El plan de salvación siempre fue destinado al pueblo judío PRIMERO; es sólo que el Señor proporcionó una manera para que el extranjero, el gentil, se incluyera en ese plan. Hablaremos de esto un poco más en unos minutos.

Vamos a continuar con Deuteronomio capítulo 10; a medida que leamos este capítulo, recordemos una cosa importante: el pacto que el Señor había modelado en la cima del Monte Sinaí acaba de ser simbólicamente cancelado sobre el acto de Moisés de romper en pedazos esas dos tablas de piedra estampadas con los 10 mandamientos.

LEER DEUTERONOMIO CAPÍTULO 10

Debido a que el plan de salvación está diseñado para los seres humanos, todo lo que el Señor realmente tiene que trabajar con los seres humanos es producirlo. Por lo tanto, nosotros en toda la historia humana vemos al Padre obrando Su justicia a través de las instituciones y sociedades humanas.

Por lo que no debería sorprendernos que como los pactos se crearon y se cancelaron de cierta manera acostumbrada en tiempos de antigüedad, así mismo vemos esas formas antiguas ser usadas por el Señor para crear Su pacto con Israel. Se dice que si un orador no puede transmitir su mensaje a su audiencia entonces no se comunica, sólo está hablando. El Señor no tenía más remedio que lidiar con seres humanos terriblemente inferiores, en maneras que solo podemos entender (de lo contrario no tendríamos idea de qué hacer con lo que Él estaba comunicando).

Ahora un hombre me dijo recientemente que una cierta frase que usé la semana pasada (diciendo que Dios estaba trabajando Su justicia” a través de nosotros), le molestó. Le expliqué que esta no era la doctrina de Tom Bradford; más bien esto era la fraseología teológica cristiana estándar. La misma no debía ser tomada de la misma manera en que podríamos pensar de ella si estuvieramos hablando de un humano “trabajando su justicia”. Cuando se dice que un hombre está trabajando, generalmente significa que está tratando activamente (está intentando hacer algo). Pero la misma inherentemente lleva consigo la idea que para lo que un hombre está trabajando puede o no puede venir en la forma en que estaba esperando; o puede que no suceda en absoluto. Eso no es lo que significa cuando se refiere a Dios “trabajando Su justicia”.

El Señor trabajando Su justicia, significa que todo lo que define Su justicia Él lo está usando para moldear y dar forma y cumplir Sus planes (usualmente por medio de dirigir la historia humana). Cuando yo digo que como eres un discípulo de Jesús que el Señor está trabajando Su justicia en ti, quiero decir que como que Su plan para la humanidad implica perdonarte de tus pecados PARA QUE Él pueda tener una relación íntima contigo, que al Dios presentarse Él Mismo a ti, poniendo fe para creer en ti, y comunicarse contigo, ÉS el proceso de Él trabajar Su justicia. La idea es que no es una justicia humana siendo creada de nuestra maldad humana natural; más bien es literalmente la justicia de Dios de lo alto ensombreciendo y anulando nuestras naturalezas pecaminosas naturales. Por lo tanto, podemos ser HERRAMIENTAS al Él emprender SU trabajo de justicia, pero nosotros nunca podemos mirar nuestra propia justicia (la cual ninguno de nosotros tenemos) para ayudar a Dios.

Yo confieso fácilmente que la frase “Dios trabajando Su justicia” es inadecuada para expresar plenamente o bien lo que es la justicia de Dios o CÓMO es que (misteriosamente) Él utiliza las voluntades libres de los hombres y las naturalezas malignas inherentes que por lo general se oponen a Él, para realmente terminar llevando a cabo Sus planes. Pero hasta tanto yo pueda encontrar mejores palabras estas son las que voy a usar.

Así que, debido a que Dios se comunica con nosotros en formas más sencillas en la que los humanos sean capaces de comprender, y como el Pacto que acabamos de hacer en el Monte Sinaí estaba cancelado ahora, ¿qué debemos hacer? Bueno, debido a la intercesión de Moisés, el señor decidió seguir hacia adelante y MANTENER a Israel como Su pueblo; sin embargo, eso significaba que el Pacto (ahora terminado) tendría que ser cortado nuevamente; el pacto tendría que ser restablecido.

Lo que presenciamos comenzando con el versículo 1 del capítulo 10 es el restablecimiento de ese pacto; y esta acción es expresada por el Señor instruyendo a Moisés que corte dos tablas nuevas de piedra para reemplazar las rotas, y que traiga las dos tablas en blanco de vuelta a la cumbre del Monte Sinaí con el fin de que el Señor restaure el pacto y todos sus términos.

Quiero que noten algo aquí: el pacto que el Señor había hecho con Abraham, y luego transmitido a Isaac y luego a Jacob, NUNCA estuvo en peligro. NO fue ese pacto el que tuvo parte del debate aquí en Deuteronomio. Una cosa es que ese pacto era sólo una promesa de Dios; no había ninguna toma y daca. No había nada que la humanidad, o Israel, pudiera hacer para quebrantar ese pacto y por lo tanto traer su cancelación. El Pacto de Moisés creado en el Monte Sinaí no fue creado para reemplazar el Pacto de Abraham; el mismo fue creado para traer el Pacto de Abraham a fruición. Recuerden que el Señor dice que Él va a desplazar a los cananeos para así establecer a Israel en Canaán A FIN DE completar Su promesa (su pacto) con Abraham.

Observa en el versículo 1 que el Señor dice “Hazme dos tablas de piedra COMO la primera”; Esto es un lenguaje que demuestra que el pacto renovado debía ser exactamente el mismo que el que fue terminado. Una de las series de los comentarios más estándar en la Biblia (y uno de los más buenos) es la serie Tyndale. J.A. Thompson, quien contribuía a este comentario exhaustivo, tenía esto que decir acerca de la terminación y luego la restauración del Pacto del Monte Sinaí, y luego lo comparó con el llamado Nuevo Pacto en Cristo que comúnmente llamamos el Nuevo Testamento. Ya que se refiere a Jeremías 31:31-34, permítame que le lea esto antes de que le dé su comentario:

LBLA Jeremías 31:31 “  He aquí, vienen días —declara el Señor— en que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto, 32 no como el pacto que hice con sus padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, mi pacto que ellos rompieron, aunque fui un esposo para ellos —declara el Señor; 33 porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días —declara el Señor—. Pondré mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 34 Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande —declara el Señor— pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado”.

J.A. Thompson es profesor del Seminario Bautista en Melbourne, Australia, y aquí está su comentario:

“Incluso en el gran día de renovación previsto por Jeremías (Je. 31:31-34) es la MISMA Ley que debe ser escrita en el corazón, la ley eterna de Dios. El SENTIDO en el que la ley sería nueva en ese día, sería que se administraría de manera diferente, la misma tendría un mediador diferente, pero la misma sería fundamentalmente el MISMO PACTO… “

Por lo que hasta el comentarista evangélico conservador Tyndale puede ver fácilmente que cualquier pensamiento que la Ley Antigua (el Antiguo Testamento) se esté descartando y que algo completamente nuevo (es decir, por definición, diferente) sea creado, simplemente no tiene base Bíblica ni en el AT ni en el NT.

Fíjate en Jeremías 31 versículo 33 donde el Señor dice: “pondré mi ley dentro de ellos…..” ¿Qué ley? La única ley que hay o que jamás hubiese existido. ¿Cómo puede Dios poner en un hombre algo que ya no existe? ¿Cómo puede la Ley estar muerta y descartada, pero Dios va a poner esa cosa muerta y descartada dentro de nosotros? ¿Acaso nosotros los que reclamamos que Dios nunca cambia vamos a continuar diciendo que Él sí cambió pero que este cambio en particular no cuenta como cambiando? ¿Que Él creó una Ley, y luego la tiró, y creó una nueva totalmente diferente de la primera? ¿Una nueva Ley que dice que no hay necesidad de obedecer? ¿Qué significado hay en una Ley si no hay ningún requisito para seguirla (entonces no hay ninguna ley en absoluto)? ¿Acaso el Señor ha creado una nueva Ley que dice que quiero que tengas tu seguro de incendio en la forma de creer en Jesús, y entonces puedes simplemente ir por tu camino alegre y no esperar nada más de ti? ¿Recuerdan que les mostré en el Shema de Deuteronomio 6 que la Ley original del Monte Sinaí estaba también específicamente “escrita en el corazón”? Así que el decir que la MANERA en que la ley es diferente es que la manera vieja no estaba escrita en el corazón, pero la nueva está, es simplemente Bíblicamente incorrecto. Por lo tanto, ¿debemos responder SÓLO a lo que Dios podría decidir mostrarnos “en nuestros corazones”, como individuos (esencialmente cada uno de nosotros teniendo nuestro propio conjunto personalizado de leyes) lo que es correcto y malo? Una vez más eso no es Bíblico (y lo has leído tú mismo); más bien es simplemente una filosofía que los hombres prefieren mucho.

También date cuenta de un punto bastante crítico; ¿Por QUIÉN este nuevo pacto va ser hecho y entre quién? Entre Dios y la casa de Israel y la casa de Judá. ¿Dijo algo sobre extranjeros o gentiles? No. Vamos a volver a tocar ese tema nuevamente.

En cualquier caso, los versículos 3-5 tienen a Moisés diciendo que él obedeció las instrucciones que Dios le dio a él, haciendo el arca del Pacto como se le dijo, y luego colocó esas nuevas tablas dentro del mismo. Luego, en el versículo 6, Israel abandona el Monte Sinaí y se mueven por sitios cuyos nombres hasta este momento no se mencionan en la Torá: Beerot-Bene-jaacan y Mosera. Y dice que Aarón murió en Mosera y Eleazar su hijo asumió el cargo de Sumo Sacerdote.

Date cuenta algo que los estudiosos bíblicos siempre han visto: los versículos 6 – 9 no fueron escritos por Moisés. Estos versículos fueron insertados después de la muerte de Moisés (cuándo, no estamos seguros). Todo desde hace bastante tiempo se ha hablado en primera persona (yo). De repente, en el versículo 6, la narración cambia a 3ª persona, “ellos” (es decir, los israelitas). Y tan abruptamente en el versículo 10, se reanuda Moisés hablando en primera persona.

Siempre se ha sabido que no toda la Torá fue escrita por Moisés, aunque a veces se la conoce como la Ley de Moisés, o los 5 libros de Moisés, o se dice de una manera general que Moisés escribió la Torá.

Nosotros tendremos varios lugares donde Moisés obviamente no podría haberlo escrito porque discute su muerte y lo que sucedió después. Y aquí, en estos pasajes en particular, tenemos algo donde un editor pensó que se debía insertar una explicación de por qué los levitas no habían recibido ninguna herencia de tierra. Esto no es de ninguna manera un problema; esto está precisamente de acuerdo con lo que leemos tanto en Éxodo como en Números sobre el tema.

Sin embargo, a modo de revisión rápida (debido a que el tema de los levitas y la herencia terrestre es un tema importante que da forma al resto de la Biblia justo hasta Apocalipsis), así como Dios separó a Israel del resto del mundo para hacerlos un pueblo separado para Él , así mismo Él separó a la tribu de Leví del resto de Israel para ser un sacerdocio separado para Él. En ambos casos, la elección de Israel y luego la tribu de Leví para ser apartada fue lograda por medio de una declaración de Dios y no tenía absolutamente nada que ver con el mérito o algún nivel único de justicia. A pesar de que los hebreos fueron apartados, no pararon de ser seres humanos que vivían en el planeta tierra y lo compartían con todos los demás; pero se les dio un propósito diferente y un estado diferente e incluso una tierra aparte. Así que, aunque los levitas fueron separados de Israel, ellos pararon de ser hebreos; sino que se les dio un propósito diferente y un estatus diferente de las otras 12 tribus. Como creyentes en Yeshua no hemos dejado de ser humanos ni debemos dejar de vivir en el mundo; pero se nos ha dado un propósito y un estatus diferentes de los que no creen. Y este propósito y estado especial se logra por medio de una declaración del Señor y nada más.

Como resultado de esta condición especial dada a los levitas para ser asistentes de Jehová, a ellos no se les permitía compartir la herencia terrestre que el resto de Israel recibía; en cambio, este estatus especial era en sí mismo su herencia. Y contenido dentro de estos versículos insertados (6-9) también tenemos una pieza muy importante de información: es que los levitas tienen 3 funciones principales para realizar. Primero, deben llevar el Arca del Pacto. Segundo, deben estar delante del Señor en asistencia a Él. Tercero, deben bendecir Su santo nombre.

Los levitas son los ÚNICOS que pueden llevar el Arca; alguna otra persona que lo haga será asesinado. Pero incluso los levitas sólo se les permite tocar los postes de transporte que se deslizan a través de los anillos moldeados en el Arca con el propósito de transporte.

“EL estar delante del Señor” es un modismo hebreo que significa servir en una capacidad oficial. Y bendecir Su santo nombre significa que los sacerdotes levitas son los únicos permitidos para llevar a cabo los rituales de sacrificio a Jehová.

Desde este punto en adelante (comenzando con el versículo 12) Moisés hace un llamado para que el pueblo de Israel se comprometa en obedecer todo lo que Dios ha exigido; porque el versículo 12 comienza con esta pregunta retórica: “y ahora, oh Israel, ¿qué es lo que tu Elohim exige de ti?” Una pregunta corta, con enormes implicaciones porque a las personas se le está a punto de pedir que hagan una decisión personal sobre el tema.

La magnitud de la decisión era esta: estar de acuerdo sería capturar las bendiciones que se establecen en la Torá; declinar sería la de experimentar las maldiciones.

He aquí uno de los principios olvidados que se encuentran en la Biblia; aquí hemos declarado en lenguaje directo el requisito NO de cómo ser redimidos, sino más bien de cómo vivir la vida redimida en armonía con el Redentor DESPUÉS de que hayamos sido redimidos. Permítanme hacerle una pregunta retórica: ¿quieren vivir en armonía y paz con Dios durante la duración de su vida? ¿O SÓLO quiere usted estar seguro de la salvación y nada más? Si sólo quieres estar seguro de la salvación, este versículo definitivamente no está dirigido a ti. Si usted está interesado en saber lo que el Señor espera de usted como persona salva, entonces por favor presten atención:

Moisés dice como respuesta a lo que el Señor exige de Su pueblo: a) reverenciarlo, b) andar en Sus sendas, c) amarlo, d) servirle, y e) guardar (obedecer) los mandamientos y las leyes del Señor. Hermanos esto no es para personas que no son Suyas. Esto no es para paganos. El Señor no ha pedido a los no creyentes que le reverencien o le obedezcan. Pero para aquellos que confían en Yeshua él tiene estas 5 demandas básicas de nosotros. Digamoslas de nuevo: venerar, caminar, amar, servir, obedecer (mantener).

Me voy a meter en problemas con algunos de ustedes por esto, pero date cuenta que “el amor” no es la única demanda. Curiosamente, aunque antes en Deuteronomio y más tarde en el NT se nos dice que la Torá puede resumirse por “Amar a Jehová tú Dios con toda tu mente, alma y fuerza… “, en otros versículos se nos dice repetidamente lo que significa la definición de amar a Dios. Y aquí es donde nos metemos en problemas; Insistimos en decidir por nosotros mismos cómo amarlo a Él. En primer lugar, el Señor dice que la expresión de amor que Él busca de todos y cada uno de nosotros es la obediencia a Sus mandamientos. Sin embargo, por otra parte, estas 5 exigencias que Él pone en nosotros…..reverenciar, caminar, amar, servir y obedecer…..están todos interrelacionados y entretejidos. Esto no es un acuerdo donde podemos elegir los mejores 3 de los 5 y olvidar el resto. El hombre que ama a Dios lo venera, camina en sus caminos, le sirve y guarda Sus mandamientos. El hombre que guarda Sus mandamientos ama a Dios, venera a Dios, camina en Sus caminos y le sirve…… y así sucesivamente. Todas estas actitudes son orgánicamente interdependientes. El principio subyacente aquí es muy claro: nuestra adoración a Dios, y la forma en que vivimos nuestras vidas, no puede ser separado y compartamentalizado (aunque parece como que nosotros tratamos y tratamos, ¿verdad?)

Terminaremos el capítulo 10 y continuaremos con el capítulo 11 la próxima vez que nos reunamos.