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Hechos Lección 20 – Capítulos 8 y 9

EL LIBRO DE HECHOS

Lección 20, Capítulos 8 y 9

En muchas maneras, el capítulo 8 de Hechos es un punto pivote significativo. Hasta ahora toda la actividad relativa al conocimiento y difusión de las Buenas Nuevas del Evangelio ha tenido lugar en la ciudad de Jerusalén, ha sido estrictamente entre los judíos, y el foco de los acontecimientos ha girado en torno a las obras de los 12 Discípulos. Pero repentinamente, el horrible e injusto apedreamiento del creyente Esteban (dada completa sanción legal por el Sanedrín supervisado por el Sumo Sacerdote Caifás), marcó el comienzo de una persecución abierta en contra de la comunidad creyente de judíos en Jerusalén.

Si damos un paso atrás y consideramos lo que está sucediendo aquí, es útil darse cuenta de que esta persecución fue sobre una facción particular del judaísmo (los discípulos judíos del Mesías Yeshua) por otras facciones del judaísmo que no estaban de acuerdo con el halajá de la facción creyente; es decir, algunas de las tradiciones y doctrinas de los creyentes estaban en desacuerdo con algunas, pero no todas, de las tradiciones y doctrinas de otras sectas del judaísmo. De hecho, el punto principal de desacuerdo fue sobre la identidad del Mesías, y en menor grado la naturaleza del Mesías. Verdaderamente no estamos al tanto de ningún otro desacuerdo doctrinal serio (al menos no hasta ahora).

Las etiquetas son cosas muy complicadas que por un lado pueden ser útiles, y por otro ser peligrosas. Cuando le ponemos una etiqueta a un grupo o a una persona, a un concepto o a una doctrina se hace con el propósito directo de crear una clase de clave de comunicación, o tal vez una palabra de contraseña. Una etiqueta está diseñada para pintar una imagen mental rápida, a veces subconsciente, para que la conversación no se enrede en detalles. Las etiquetas a menudo son respuestas emocionales ilícitas. Utilizándolas lo suficiente, las etiquetas se convierten en estereotipos que son casi imposibles de alterar o corregir más adelante. Debido a que la mayoría de las Biblias en este momento en el Nuevo Testamento etiquetarán a los creyentes de Jerusalén como “cristianos” o los etiquetarán colectivamente como “la Iglesia”, entonces hay una imagen falsa creada de judíos alineados en contra de los cristianos; o del judaísmo entrando en una oposición violenta al cristianismo. Y, por supuesto, cuando pensamos en los cristianos, el cristianismo y la Iglesia pensamos en gentiles que llevan las Biblias bajo sus brazos, en el signo de la Cruz presente en todas partes, en edificios con campanarios en el exterior y ordenadas hileras de bancos en el interior, y en escenas de la Natividad y árboles de Navidad. Pero tenemos que borrar todos estos pensamientos porque en ningún momento eso no es en absoluto lo que estamos presenciando aquí en el Libro de los Hechos. Es sólo el mal uso de estas etiquetas en español por parte de los traductores bíblicos, lo que crea una imagen mental inapropiada e históricamente falsa y con la que quiero pasar un poco de tiempo para enderezar.

Señalé en lecciones anteriores que usar el término “Iglesia” en el Libro de los Hechos para etiquetar colectivamente a los seguidores de Yeshua es lo que se llama un anacronismo; es decir, es un término (incluso un concepto) que no ocurrió hasta mucho más tarde en la historia, al menos un siglo después de que la Biblia fue cerrada. Así que leer el término “Iglesia” (como lo pensamos hoy) en el Libro de los Hechos crea una impresión falsa. En un par de capítulos más, leeremos en la mayoría de las Biblias en español que fue en Antioquía que se acuñó el primer uso del término “cristianos”.

Pero de hecho eso también nos da una impresión equivocada. En el griego original del Nuevo Testamento el término es christianos, por lo que es fácil ver cómo fue que de esa palabra se creó la palabra en español cristianos. Pero Christianos es tomado de la palabra griega Christos. Como se explica expertamente en la Concordancia Strong, Christos significa ungido y simplemente está traduciendo la palabra hebrea mashiach, Mesías, al griego. Por consiguiente, el término Mesiánico significa seguidores del Mesías. Así que originalmente mesiánicos significaba literalmente seguidores del ungido, también lo hace cristianos literalmente seguidores del ungido. ¿Así que mientras que la palabra en español cristianos es una traducción razonable, una vez más, qué es lo que viene a la mente cuando nosotros decimos cristianos? Cristiano es una etiqueta de siglos atrás; y cuando pensamos en los cristianos pensamos subconscientemente en gentiles, cruces, iglesias, árboles de Navidad, coros vestidos con túnicas, y si eres católico piensas en catedrales, sacerdotes, la Virgen María y el Papa.

Sin embargo, lo más cercano que los creyentes judíos formularon como una etiqueta para sí mismos, fue El Camino. Aparentemente otros judíos se referían a ellos a veces como Notzrim y Natzratim, lo que se traduce mejor al español como Nazarenos, es decir, personas conectadas con Nazaret, la ciudad natal de Yeshua. El punto que desesperadamente quiero ayudar que todos mis hermanos y hermanas judíos y gentiles en el Señor vean, es que todo lo que está sucediendo hasta este punto en el Libro de los Hechos, está teniendo lugar exclusivamente dentro de la comunidad judía. La Sinagoga y todo lo que va con la misma está en el centro de los seguidores de Yeshua como lo es con las otras facciones de los judíos. Los seguidores de Yeshua (El Camino) eran únicos SOLAMENTE en el sentido de que su rabino particular era el Yeshua crucificado que también creían que era el Mesías. Pero otras facciones judías no estaban de acuerdo con esto, así que se levantaron en contra de los miembros de EL CAMINO.

No piensen que este tipo de cosas en lo que respecta a los judíos y el judaísmo es única en el Nuevo Testamento, les aseguro que no lo es. Una gran secta judía moderna llamada Chabad ha pasado por una dolorosa, bastante reciente, división. El líder de la facción Chabad Lubavitch era un rabino muy querido llamado Schneerson. Falleció por causas naturales en 1994. Pero algunos de sus facciones lo declararon el Mesías, y dicen que no está realmente muerto como comúnmente pensamos en la muerte; más bien está escondido y en algún momento pronto resurgirá. Esta afirmación ha causado una división contenciosa de Chabad entre aquellos que declaran a Schneerson como el Mesías Judío contra la mayoría que no lo declaran el Mesías Judío.  Usando los términos que hemos aprendido recientemente, la división en Chabad tiene que ver con halajá; Tradiciones o Torá Oral. La Torá Oral de la facción principal de Chabad dice que el Mesías aún no ha llegado; las enseñanzas de la Torá Oral de la facción Lubavitch de Chabad dice que el Mesías ha aparecido, se ha ido, pero pronto reaparecerá, y él es el rabino Schneerson. Así que creo que Dios ha dado a los creyentes modernos una muy buena manera de entender mejor el trasfondo y el sentido del problema que estaba causando las persecuciones de los miembros de El Camino en Hechos capítulo 8, si sólo prestamos atención. Una vez más: la cuestión de la muerte de Yeshua, la muerte de Esteban, y ahora la persecución general de los judíos creyentes en Jerusalén fue sobre desacuerdos sobre halajá; Torá oral, Tradiciones, doctrinas.

Se darán cuenta a medida que nosotros avanzamos que tan ferviente como la persecución de los creyentes judíos fue por las otras facciones judías, nunca hubo la idea expresada de que los creyentes habían abandonado de alguna manera el judaísmo, dejado de ser judíos o estaban formando una nueva religión. Los creyentes ni siquiera se aíslaban, al igual que los Esenios, y los esenios eran perfectamente aceptados como judíos, incluso si su rama de judaísmo no caía tan bien con la mayoría de las otras ramas del judaísmo.

Hay tantas lecciones valiosas de aplicación para aprender de esto, pero me gustaría centrarme en una sola porque es especialmente relevante para nuestro tiempo. La misma es que entre los que nos llaman cristianos o mesiánicos, sin importar la facción o la denominación, necesitamos mostrar amor el uno hacia el otro. Porque si todos contamos con Yeshua para la redención, entonces todos compartimos un solo Espíritu; El Espíritu de Dios. Eso no significa que no podamos estar fuertemente en desacuerdo sobre las doctrinas y las tradiciones, llamarnos la atención los unos a otros, dejar una denominación o facción porque creemos que están en el camino equivocado, y luego unirse a otra que creamos que es más correcta. No importa a qué grupo pertenezca un Creyente, si se aferran a Yeshua (Jesús) como el verdadero y único Salvador, e Hijo de Dios, que es Dios Mismo, entonces somos hermanos y hermanas en la fe. Nunca debemos comportarnos de maneras tan odiosas los unos con los otros como lo hicieron estas facciones del judaísmo en Jerusalén, que están en desacuerdo con un par de doctrinas de esta facción del judaísmo mesiánico que se convierte en una persecución y un rotundo odio.

No estoy hablando de tolerancia; Hablo de amor. No estoy hablando de validación de teología incorrecta para ser inclusivo, o comprometer los principios para encontrar un punto medio humanamente cómodo. Hablo de nuestra propia actitud y comportamiento. Constantemente me pronuncio en contra de varios principios teológicos erróneos que son característicos del cristianismo institucional dominante del siglo XXI, especialmente en lo que respecta a una inclinación en contra de Israel y la creencia de que la Torá es sólo para los judíos. Pero no discrepo en todos los puntos, ni digo que los que no creen exactamente como yo no son cristianos debido a este desacuerdo. Más bien mi objetivo es alentar a mis hermanos y hermanas en la fe (judíos y gentiles) a volver a la verdad de la Palabra de Dios y a aceptarla por lo que dice; abandonar las doctrinas débiles hechas por el hombre que no están de acuerdo con las Escrituras, y vivir de acuerdo con las leyes y mandamientos de Dios que Cristo dice que estamos obligados a hacer, y no cambiare en lo más mínimo hasta que los cielos y la tierra desaparezcan.

Así que, en Hechos capítulo 8, nosotros encontramos que aquellos seguidores judíos de Yeshua que estaban bajo la amenaza de persecución de sus compañeros judíos huyeron de Jerusalén para otras partes de Judea, y también a Galilea y de una manera sorprendentemente a Samaria. Digo “sorprendentemente” porque el pueblo de Samaria fue visto universalmente por el judaísmo como híbridos impíos e impuros, que no eran judíos ni gentiles; un pueblo a ser rechazado, y un lugar para evitar. Y para los judíos de esa época, a pesar de que Samaria originalmente formó el corazón de la Tierra Prometida, en el momento en que Samaria fue reconocido como extranjero, sus residentes también fueron reconocidos como extranjeros. Esto no se debe a ninguna declaración de Roma, sino a una declaración del judaísmo.

Esto se debió a que los samaritanos practicaban lo que los judíos consideraban una forma pervertida de religión basada en la Torá, siendo su lugar más santo el Monte Gerizim, y su sacerdocio no tenía conexión con los levitas ni con el Templo de Jerusalén.

Por consiguiente, encontramos al discípulo Felipe, un creyente judío helenista, yendo a Samaria y (una vez más, sorprendentemente) teniendo éxito en llevar el Evangelio a aquellos que parecerían menos propensos a querer escuchar algo de un judío: los samaritanos. Sin duda, la noticia de este éxito sorprendió a los 12 discípulos en Jerusalén y probablemente por escepticismo enviaron a Pedro y a Juan para ver por sí mismos. Y, de hecho, hubo una serie de samaritanos que Pedro y Juan juzgaron que habían aceptado a Yeshua como Salvador. Pero entonces, la semana pasada, abordamos el tema sensible del Espíritu Santo, y cuándo y cómo el Espíritu Santo habita en un Creyente. Ya que, en Hechos, capítulo 8 vemos que aunque los nuevos creyentes de Samaria habían aceptado a Cristo y habían sido bautizados, aún no habían recibido el Espíritu Santo. Juan y Pedro llegaron, pusieron las manos sobre estos samaritanos y así vino el Espíritu sobre ellos.  Y sin embargo, en otros lugares de la Biblia, encontraremos que la secuencia es la fe en Cristo con morada instantánea del Espíritu Santo. En otros pasajes, el Espíritu Santo no viene hasta el bautismo de agua. Y en otros lugares el Espíritu Santo viene después de venir a la fe, pero antes de la inmersión.

La honestidad intelectual no nos exige a nosotros elegir uno de estos diferentes ejemplos del Espíritu Santo habitando como el único legítimo. Sin embargo, la mayoría de las denominaciones han elegido uno y exigen que los otros sean vistos como herejía. La lección para tomar de esto es que Dios no está impulsado por la fórmula. No hay una secuencia precisa de fe, bautismo y morada del Espíritu que sea autorizada por Dios, o que Él le exija, y que otras secuencias estén prohibidas o sean juzgadas como no genuinas. Más bien parece ser estar impulsado por las circunstancias y de una manera flexible.

Y ahora, antes de pasar a los versículos finales del capítulo 8, recordemos el asunto del mago samaritano llamado Shimon (Simón en español). Él también aceptó el Evangelio. Sin embargo, al ver a Pedro y Juan llamar al Espíritu de Dios a los creyentes, quedó tan impresionado que quería tener la misma habilidad que ofreció dinero a los discípulos para que se les enseñara cómo hacerlo. Pedro le reprendió severamente, de tal manera que algunos comentaristas bíblicos afirman que Simón fue excomulgado. No hay nada en este pasaje que haga tal sugerencia. Y cualquier pensamiento de que Simón no fue salvo sólo porque no cedió instantáneamente sus creencias equivocadas para las verdaderas creencias establecidas en la Palabra de Dios, es en realidad la norma para la mayoría de las personas en cualquier momento, incluso hasta en nuestra era moderna. Podemos creer mucho antes de entender más que los principios más básicos de la salvación. Y estos entendimientos más profundos y necesarios deben ser el siguiente paso para todos los creyentes; pero no sucede de la noche a la mañana, y requiere tiempo y esfuerzo.

Así que la conclusión hasta ahora en Hechos capítulo 8 es que por primera vez el Evangelio está siendo llevado fuera de la Tierra Santa, e incluso siendo llevado a aquellos que no practican el judaísmo, y muchos están llegando a la fe.

Y nosotros también vemos cómo un discípulo común y corriente, Felipe, (no uno de los 12 líderes) ahora se está centrando en hacer grandes milagros y traer muchos de los menos probables a Cristo. Veamos a continuación qué hace Felipe.

VOLVAMOS A LEER HECHOS CAPÍTULO 8:25 hasta el final.

Pedro y Juan enseñan a los samaritanos sobre la Palabra de Dios para darles algunos cimientos firmes a su nueva fe en el Mesías Yeshua y luego regresan a Jerusalén. Recuerden que esta tarea de enseñar la Palabra de Dios, así como de ser testigos del Mesías, es lo que los 12 discípulos acordaron que era su verdadero llamado y a lo que debían dedicarse hacer en todo momento. Esto señala que los miembros regulares de la congregación (como Felipe), no tienen que ser eruditos bíblicos o expertos en teología para llevar las Buenas Nuevas a aquellos que necesitan escucharla. De hecho, creo que el mejor protocolo es que la congregación evangelice a las personas, y que los líderes enseñen y maduren a los nuevos Creyentes. La evangelización efectiva es casi siempre individual y relacional contrario a la informacional; pero la enseñanza puede ser (y por lo general es) más eficaz en un entorno de uno a varios. ¿por qué? Porque Dios ha equipado a todos los Creyentes para que lleven las Buenas Nuevas a los no creyentes. Pero sólo a algunos se les ha dado el don y la responsabilidad de enseñar.

Un ángel ahora instruye a Felipe a viajar de regreso hacia el sur a la carretera que va entre Jerusalén y Gaza. Gaza fue en su momento una de las 5 principales ciudades-estado de los filisteos; sin embargo, fue destruido justo después del 100 A.C. y no fue reconstruido. Así que en la época de Cristo, Gaza era más un lugar general que una ciudad o ciudad específica. Dicho esto, en esta época, el pozo de agua de las ruinas de Gaza seguía funcionando, y era una de las pocas fuentes de agua disponibles antes de entrar en el desierto del Sinaí. Es muy probable que el camino a Gaza desde Jerusalén fuera una forma de acceder a la ruta comercial de la Vía Maris que seguía más o menos la costa mediterránea. La misma cruzaba todo el camino hacia el sur de Egipto, y por lo tanto cuando nos enteramos de este eunuco etíope al que Felipe le evangelizaría, que estaba de camino a su casa, el naturalmente tomaría la Vía Maris para llegar allí.

Este etíope era un dignatario en el empleo del Kandake de Etiopía; no de Candace la Reina de Etiopía como muchas Biblias lo tienen. Kandake es un título, y denota una dinastía particular de la realeza sobre Etiopía. Era una dinastía de mujeres gobernantes: Reinas. Etiopía estaba situada al sur de Egipto y es lo que la Biblia llama Cus. Estas personas de piel oscura eran descendientes del hijo de Ham, Cus, por consiguiente, se le da ese nombre bíblico al lugar.

Está claro que este eunuco creía en el Dios de Israel, ya que él había estado en Jerusalén para adorar. Él estaba en su carroza real, leyendo el pergamino de Isaías cuando Felipe lo vio. Puede que no lo parezca en la superficie, pero no hay duda de que aquí se está estableciendo un patrón divino, y es interesante para mí cómo Felipe es el que lo está estableciendo. Un eunuco es un varón castrado. Había una serie de razones para esta castración, pero nada de eso tuvo que ver con ningún tipo de castigo. Más bien impedía el matrimonio, que le permitía mantener su lealtad directamente sobre la persona a la que servía. Y lo limitó a cualquier otro tipo de vocación, así como para marcarlo de por vida.

A menudo la eliminación de los genitales masculinos era para fines religiosos, especialmente cuando servía a un dios femenino o un gobernante. Debemos recordar que, al menos desde el punto de vista bíblico, la castración era vista como mutilación y algo malo. Por un lado, significa que este hombre nunca tendrá descendencia; su linaje terminará. En la forma más antigua de pensar hebrea esto significa que no es posible la vida después de la muerte, ya que, de alguna manera misteriosa, la vida después de la muerte está al menos parcialmente contenida en sus hijos.

Pero una mutilación de los genitales también se ve como una afrenta a la vida misma, ya que la fecundidad en forma de producción de descendencia no es posible. Aún más, un hombre castrado puede ser que no pueda convertirse en ciudadano nacional israelí, porque Deuteronomio dice esto: Deuteronomio 23:1 “Un hombre con partes privadas aplastadas o dañadas no puede entrar en la asamblea de ADONAI. Esta cuestión surge porque un hombre no puede cumplir su función en el Pacto Abrahámico de reproducirse; por lo tanto, ese hombre no puede ser parte de Israel.

En cuanto a la religión de los hebreos, un varón castrado tiene muy limitado donde puede adorar y en qué rituales puede participar. Es probable que, si a este eunuco se le permitiera entrar en el Monte del Templo, sería en la Corte de los Gentiles; o probablemente a él se le fue prohibido la zona del Templo por completo y sólo podía ir a una sinagoga. Eso explicaría su interés en Isaías, ya que era uno de los favoritos de la Sinagoga, particularmente en esta época. Por lo tanto, no hay duda de que este eunuco etíope no se había convertido al judaísmo ni se había convertido en judío porque no se le habría permitido; más bien era un temeroso de Dios. Era un gentil que adoraba al Dios de Israel.

Así que, lo que vemos es que Felipe ha estado tratando con aquellos a quienes el judaísmo habitualmente no tenía nada que ver. Él estaba lidiando con los marginados y aquellos que el judaísmo normativo despreciaba en un grado u otro; primero los odiados samaritanos, luego un hechicero, y ahora el gentil masculino castrado. ¿Y qué hizo Felipe? Trajo a estos parias al Reino de Dios. Qué esperanza y qué modelo de Dios se nos muestra. No hay nadie lo suficientemente bajo, lo suficientemente roto, miserable o lo suficientemente arruinado como para que Yeshua no pueda sanar su espíritu y traerlos a Su Reino. No hay herencia o raza que esté excluida. Sométete a Cristo, y Dios nos acepta.

Como es típico de Lucas, dice que el Espíritu (el Espíritu Santo) mandó a Felipe que subiera y se uniera al eunuco en su carro. ¿Era esta una voz que Felipe oyó, o algún tipo de unción interna? No nos lo dicen. Pero cuando Felipe le pregunta al hombre qué es lo que está leyendo, y si lo entiende, está claro que el eunuco no lo entiende. Él dice que alguien tiene que explicárselo.

Se nos da el extracto de Isaías de que el eunuco está leyendo y es de Isaías 53. Las palabras de Isaías 53 que vemos citadas en Hechos capítulo 8 más se asemejan a la versión griega Septuaginta en lugar de la versión hebrea del Tanak. Esto tendría sentido ya que pocos fuera de la Tierra Santa podían leer o hablar hebreo; sin embargo, griego era ampliamente conocido.

Y, por supuesto, esta es una profecía mesiánica que el eunuco está leyendo, que sería más difícil de entender si uno no hubiera crecido en una cultura judía. Pero incluso entonces, las Sinagogas tenían varias interpretaciones de su significado, la más aceptada era que este siervo sufrido y al que se le negaba justicia se refería a Israel como un entero y no a un individuo.

Hechos 8:32-33 LBLA

Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, no abre Él su boca.
33 En su humillación no se le hizo justicia; ¿quién contará su generación? Porque su vida es quitada de la tierra.

¿El eunuco ve que la lectura a simple vista de este pasaje indica a un individuo, por lo que se pregunta si Isaías está hablando de sí mismo o de otra persona? Esto le dio a Felipe la apertura que necesitaba. Él por supuesto, le informó al hombre que esto estaba hablando del Mesías Yeshua y él le explicó el asunto y el etíope creyo.

Es el etíope, no Felipe, fue el que parece plantear la cuestión de la inmersión. El eunuco obviamente había pasado suficiente tiempo entre los judíos y estudiando la Biblia, por lo que estaba familiarizado con el mikveh y la inmersión en el agua. La forma en que el eunuco hace la pregunta es así: “¿Hay algo que deba impedirme estar inmerso?”  Esto sin duda era algo que él se había tropezado antes debido a su condición de ser castrado y de ser gentil; puede ser que no se le había permitido sumergirse y se preguntaba si ahora podía.

Donde encontraron el agua para sumergirse no lo sabemos. Pero dondequiera que fuera, cumplía con el requisito de que fuera Agua Viva (lo que significa que la fuente del agua tenía que ser agua que se movía, como el océano, un río o un manantial). Y como Felipe y el eunuco entraron juntos en el agua la fuente de agua debió ser de tamaño razonable. Tras la inmersión del eunuco el cual no conocemos su nombre, se nos dice que Felipe fue arrebatado de repente, su trabajo aquí completado. La palabra griega utilizada para arrebatar es harpazo, la misma palabra que encontramos en 1Tesalonicenses 4 que habla de los creyentes siendo atrapados en el aire para encontrarse con Cristo en las nubes. Así que lo que sucedió aquí fue un acto milagroso e inesperado de Dios; esto no fue que Felipe abandonó rápidamente la escena por su cuenta. Felipe de repente se encuentra en Azoto, cerca del mar Mediterráneo. Allí continúa proclamando las Buenas Nuevas y viaja por la ciudad hacia el norte a unas 50 millas de Cesárea (esto está hablando de Cesarea Maritima), que era una impresionante y bulliciosa ciudad portuaria que había sido muy mejorada por el rey Herodes. Allí él habría conocido a gente de todo tipo de nacionalidad y religión.

Vamos a continuar con Hechos capítulo 9.

LEER HECHOS CAPÍTULO 9 completo

Después de haber sido presentados a Pablo brevemente al final del capítulo 7, la historia ahora vuelve hablar de él en el capítulo 9 y él se convierte en el foco central.

Dije en la introducción del Libro de Hechos que es fundamental que, debido a que casi toda la doctrina de la Iglesia proviene de Pablo, debemos aprender quién es Pablo antes de que estemos debidamente equipados para leer y descifrar sus cartas inspiradas en Dios. Y que mientras sus Epístolas como Gálatas, Romanos, Corintios y demás nos dan la teología de Pablo, las mismas no nos dicen quién es, por qué piensa como lo hace, y lo más importante lo que sus términos significan para él. Encontraremos esa información sólo en el Libro de los Hechos. Y sin eso y alguna otra información sobre las sinagogas y el judaísmo en general, no es posible interpretar correctamente gran parte de lo que dice Pablo. Y lo que encontramos es que, es un judío de la diáspora nacido en Tarso de Cilicia. Pablo era de la tribu de Benjamín, una tribu que Judá había absorbido siglos antes, por lo que los de Benjamín fueron llamados con el mismo nombre que los de la tribu de Judá: judíos. Pero también es interesante notar cómo después de todo este tiempo, al menos algunos judíos continuaron identificándose también con su herencia familiar de tribu original incluso cuando vivían fuera de la Tierra Santa.

Así que mientras he hablado sobre Pablo anteriormente, vamos a repasar un poco y voy a agregar más información. Los 2 nombres por los que el pasa en el Nuevo Testamento son Pablo y Saúl, o más correctamente Saúl, el mismo nombre del 1er rey de Israel que era de la tribu de Pablo de Benjamín, el rey Saúl. Pablo es latín, Saúl es hebreo. Dado que el latín y el griego eran las lenguas primarias del Imperio Romano, entonces no es de extrañar que Pablo tuviera un nombre romano alterno. De lo que podemos estar seguros es de que su nombre dado era Saúl y no Pablo porque en Hechos 13:9 leemos: “Entonces Saúl, también conocido como Pablo, lleno del Ruach HaKodesh…” Así que Pablo era un nombre asumido que usaba a veces porque se ajustaba más a su vida como judío de la diáspora.

La ciudad natal de Pablo, Tarso, era bastante grande: alrededor de un millón de habitantes. Tenía una comunidad judía considerable con muchas sinagogas. La primera lengua de Pablo era el griego, pero también él hablaba hebreo y arameo, porque el hebreo y el arameo eran similares y era típico de los eruditos judíos conocer ambas lenguas ya que muchos de los documentos religiosos contenían escritos arameo y hebreo. El Padre de la Iglesia Jerónimo, que vivió a finales del siglo IV y principios del Siglo V D.C. afirma que la familia de Pablo vivió por un tiempo en Gush Chalav, en Galilea; pero como resultado de la guerra emigraron a Tarso, donde Pablo nació.

Pablo dice específicamente que nació con ciudadanía romana, algo que no era habitual para los judíos de la diáspora. Así que su padre era un ciudadano romano por algún medio. Ya que Pablo usaba esa ciudadanía romana para su beneficio vamos a ver lo que eso le compró. En primer lugar, los beneficios de ser ciudadano romano abarcaban prácticamente todos los aspectos de la vida. Todo, desde sentencias judiciales hasta sanciones fiscales, era menor para los ciudadanos que para los no ciudadanos. La clase también importaba; las clases más altas de ciudadanos romanos utilizaban tribunales diferentes a las de las clases más bajas, y las clases más altas eran más o menos presuntas inocentes, mientras que las clases más bajas eran generalmente presuntas culpables. Parece bastante claro por lo que leemos del encuentro de Pablo con el sistema judicial, que él conocía su camino alrededor del poder judicial, y podía exigir a una audiencia con un rey o un funcionario romano muy alto que mirara personalmente su caso.

No hay duda de que la familia de Pablo tenía estatus.

Como observa inteligentemente el rabino Joseph Shulam, uno de los derechos más envidiables que tenía un ciudadano romano que otros no tenían, era el derecho a apelar una decisión judicial. Además, un ciudadano estaba protegido contra el arresto privado o público injusto, y no podía ser castigado, torturado, encarcelado o ejecutado por las autoridades judiciales locales. Así vemos que cuando Pablo fue arrestado por hablar el Evangelio fue finalmente llevado a la más alta autoridad en Roma cuando hace saber que es un ciudadano romano y exige sus derechos. Pablo estaba acostumbrado a privilegios en su vida, y esto no terminó cuando se convirtió en apóstol.

Pablo era fariseo porque la familia de Pablo era una familia de fariseos; algo raro fuera de la Tierra Santa. Sin embargo, si su familia había emigrado algunos años antes de Galilea a Tarso como Jerome afirma, entonces el unirse al partido de los fariseos mientras estaba en la Galilea y luego continuar considerándose a sí mismos como fariseos practicantes, incluso mientras vivían en la diáspora tiene más sentido.

Hay más que necesitamos entender acerca de Pablo, la persona, y quiero tomar todo el tiempo necesario, así que nos detendremos aquí y continuaremos la próxima vez.